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Un lunes por la mañana una madre de 3 hijos decide quitarse la vida. No se sabe nada de lo que sucedió antes, de cómo llegó al puente tibetano en Perarolo, provincia de Belluno. Se sabe que hacia las 10 de la mañana del pasado lunes una llamada a los carabinieri reporta a una mujer suspendida a 80 metros de altura sobre el vacío.
Una patrulla interviene y una joven carabiniere de nombre Martina Pigliapoco es la primera en llegar al lugar: frente a ella una mujer. Las siguientes 4 horas las dos mujeres permanecen juntas, suspendidas sobre el vacío.
Hacia las 14h, juntas, ponen los pies sobre la tierra. Sanas y salvas.
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Hoy, Martina Pigliapoco es la heroína del día. Se corre a entrevistar a la joven carabiniere de 25 años que fue la protagonista de esta empresa de mediación que duró 4 horas en un puente tibetano cerca de Cortina d’Ampezzo.
No lo habría imaginado, no había repasado las lecciones sobre cómo se está junto a una persona que intenta suicidarse. Se encontró en esa situación por casualidad y porque corrió. Su patrulla estaba cerca del lugar de donde había llegado el informe y, por la gravedad del hecho, Martina se puso a correr porque temía que la mujer hubiera ya saldado al vacío.
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Estos son los hechos que confirman una de las más grandes intuiciones de Chesterton: "Cuando vale le pena hacer algo, vale la pena hacerlo mal". Heroísmo es correr donde hay necesidad sin estar seguros de estar listos, preparados, a la altura. La realidad nos llama sin darnos el tiempo de repasar los manuales, de evaluar pros y contras. Vale la pena estar, así como somos.
Después de la carrera el tiempo se detuvo. Al llegar cerca de la mujer que estaba por saltar del puente, Martina tuvo que reducir la velocidad, incluso sentarse. Empezó el largo proceso de mediación, es decir, el intento por establecer un contacto y lograr hacer desistir a la señora del suicidio.
No eran solo dos en ese puente suspendido. Martina Pigliapoco logró permanecer en contacto a través del celular con un medidor profesional que la guió a través de mensajes de Whatsapp. Su nombre es Ángel.
¿Qué significa mediar? Para encontrar un punto de contacto entre sí y un desconocido es necesario sobrepasar mucho la línea mediana, esa falsa acogida de "este es mi espacio, este es tu espacio". Se necesitan 3 horas de monólogo para abrir una ranura en un corazón desesperado. La libertad de desencuadernarse a sí mismo a corazón abierto, esta es la forma suprema de mediación.
Que estamos suspendidos, es la verdad. Mucho se derrumba y poco se sostiene, es lo que llevó a una madre al borde del suicidio. Lo que la mantiene aún en el mundo de los vivos fue recuperar lenta y pacientemente el pensamiento de su familia y tres hijos. Y muy probablemente eras demasiadas incógnitas que pesaban sobre esa misma familia lo que la precipitaron en el terror. No importa entrometerse demasiado en los fantasmas de esa madre, los conocemos. Quizá con matices distintos, menos oscuros, sabemos el peso que puede oprimir un alma, las incertidumbres económicas, el malestar psicológico agravado por la pandemia.
Nosotros mismos estamos en el mismo marco, suspendidos y aterrados. Cuenta Martina Pigliapoco el momento de inflexión sobre ese puente:
Lentamente, hasta tocarla. Suena todavía más clamoroso para nosotros que ahora estamos acostumbrados a respetar el distanciamiento social. Pero un cierto distanciamiento social pésimo y nocivo siempre ha existido. Nos hemos siempre mantenido alejados de aquellos que apenas tocamos y que se asoman a sus propios abismos. Tocar al otro siempre ha sido una empresa heroica y rara. La presunción de salvarnos solos, posiblemente esquivando los problemas de los demás, siempre la hemos tenido.
Y hoy, nuevamente, estamos aquí escuchando la viva voz de quien cuenta una hipótesis opuesta vivida en carne propia. Porque en la cara de quien sea está escrito: "Tócame con cuidado, pero quédate aquí conmigo".