En marzo de 1522, el caballero Íñigo de Loyola llega a Montserrat. Allí pasa en vela la noche del 24 al 25, rezando a Dios, haciendo examen de su vida pasada y arrepintiéndose de sus pecados.
Íñigo de Loyola era militar y tenía 30 años. Servía en las tropas castellanas. En una batalla que se produjo en la ciudad de Pamplona estando él allí, resultó herido por una bala de cañón que pasó entre sus piernas. Le rompió una de ellas e hirió la otra. Era el 21 de mayo de 1521.
Este año se cumplen 500 años de aquella herida que iba a traer al mundo tantos beneficios espirituales y se celebra en la Iglesia católica con el Año Ignaciano.
Tras quedar herido, a Íñigo se le practicaron las primeras curas y fue enviado a su casa de Loyola a reposar. El hueso se juntó mal y hubo que rompérselo de nuevo y operar.
Como la convalescencia era larga, se interesó primero por la lectura de novelas de caballerías y de corte amoroso, pero enseguida se aburrió y tomó libros de espiritualidad.
Leyó la Vida de Cristo del cartujo Ludolfo de Sajonia y el Flos Sanctorum. Entonces se produjo en él una inquietud y la voluntad de conversión, respondiendo a una llamada interior de Dios.
En ese tiempo, se le apareció la Virgen con el Niño Jesús, y este fue el revulsivo definitivo para su transformación espiritual.
Decidió entonces ir como peregrino a Tierra Santa. Antes, pasaría por Montserrat.
Montserrat está, pues, en el arranque del nuevo san Ignacio de Loyola. Estamos en el 25 de marzo de 1522.
Por la mañana, se confesará. Hará una larga y contrita confesión, y recibirá los consejos del padre Chanon. Luego asistirá a misa y comulgará.
Este es el punto de inflexión, el antes y el después en la vida de san Ignacio de Loyola, que decide en ese momento cambiar de rumbo y entregarse a Dios.
En el Año Ignaciano, podemos visitar los puntos clave de aquel viaje a Montserrat que fue crucial en la vida de san Ignacio de Loyola, que fundó la Compañía de Jesús.
Puedes verlos a continuación en la galería fotográfica: