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Esta mañana al llegar a Misa de 7:00 am con mi esposa Vida, descubrí que el coro de la iglesia cantaba una hermosa canción en honor de la Virgen.
¿La conoces?
Apenas la escuché sentí que me transportaba al pasado, años atrás y me vi en la capilla del colegio donde estudié en Colón, una provincia de Panamá.
Estaba sentado de niño en una de sus bancas, con mis pantalones cortos, maravillado por los vitrales de color, escuchando al organista que practicaba esa canción a la Virgen María.
Esa era la canción de mi infancia, que yo cantaba feliz para honrar a la Virgen.
He crecido con la confianza de un hijo que se sabe amado y protegido por su madre del cielo.
Debemos y podemos caminar de la mano de la más bondadosa de las madres, nuestra madre del cielo, la siempre Virgen María que nos cuida y nos lleva a Jesús.
Me brota del pecho este grito: “Sálvanos Madre del cielo”.
Para obtener una gracia especial, una jaculatoria muy eficaz es esta:
La Reina del cielo siempre será nuestro consuelo. Está dispuesta a auxiliarnos en nuestras necesidades.
Una vez escuche a una persona decir que el único mediador con Dios era Jesús. Se quedó corto.
La mejor mediadora con el Hijo de Dios es su madre terrena, nuestra abogada y protectora.
El primer milagro registrado de Jesús lo hizo a petición de su madre. No temas acudir a María.
No temas rezar su rosario, no temas amarla, porque esto agrada a Jesús. Es su madre y le gusta que la honremos y tratemos con amor.
Pide a la siempre Virgen María su gracia y ella sabrá obtenerte de su hijo Jesús, para quien nada es imposible, lo que pides, si es para tu bienestar, y te lo concederá.
Aseguraba san Juan Bosco: