En su vida san Carlos Borromeo se preocupó de promover tres devociones que marcaron su dimensión espiritual: la devoción al Crucifijo, a la Santísima Virgen María y a la Eucaristía.
En una homilía enseñaba cuán importante es perseverar y ser asiduos en recibir la Eucaristía:
"Cuando recen el Padrenuestro, hijos, pidan que les sea dado el pan de cada día; pidan al Señor este pan, aquel que nutre su alma. Cuando comiences a recibirlo con frecuencia, lo sé, no sentirás inmediatamente los inmensos frutos que surgen de él; pero debes perseverar. Incluso aquellos que plantan un árbol, lo riegan y limpian la tierra a su alrededor, no lo ven crecer inmediatamente ni ven en seguida los frutos. Hijos, se necesita paciencia y perseverancia".
De su homilía de la solemnidad del Corpus Christi del 9 de junio de 1583, se ha extraído esta preciosa oración a la Eucaristía:
Oración
Te adoramos, Hostia divina,
te adoramos, Cristo, Hijo del Dios viviente,
que te sacrificaste por nuestra salvación.Tú, para ofrecernos una señal de tu inmensa caridad
respecto de nosotros,
nos ofreciste bajo la apariencia del pan y del vino
tu cuerpo divino como alimento
y tu preciosa sangre como bebida,
porque en esta Hostia, oh, Cristo santo,
tú estás presente, verdadero Dios y verdadero hombre.
"Realmente tú eres un Dios oculto" e invisible
que, bajo otras apariencias, eres recibido por nosotros visiblemente
y, así recibido, eliminas los pecados,
purificas las almas,
otorgas la gracia,
aumentas las virtudes
y nos guías hacia la verdadera grandeza.Haz que sólo a ti se dirijan nuestro afecto
y nuestras obras;
que te busquemos sólo a ti
y que, tras haberte hallado, nunca,
ni por tentación ni el paso del tiempo,
nos separemos de ti.
De tal forma que se nos conceda pasar
de esta morada terrena
a aquella eterna del cielo.Amén