Audiencia general: Un momento de ira puede destruir muchas cosas; pierdes el control y no evalúas lo que es realmente importante
“¿Cuántas cosas hemos destruido con la ira? La mansedumbre en cambio conquista muchas cosas, expresó el papa Francisco este miércoles 19 de febrero de 2020, en el aula Pablo VI del Vaticano.
En la tradicional audiencia general, el Pontífice ha continuado su ciclo de catequesis sobre las bienaventuranzas. Esta vez, centró su meditación en la tercera Bienaventuranza: “Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra” (Mt 5,5) y consideró el pasaje bíblico: Salmo 37, 3.8-11.
“En la Escritura, la palabra “manso” indica también a aquel que no tiene propiedades terrenas; y, por lo tanto, nos impacta el hecho que la tercera bienaventuranza diga precisamente que los mansos “heredarán la tierra”, expresó.
El pecado de la ira:
“El manso es aquel que “hereda” el más sublime de los territorios. No es un cobarde, un “débil” que se busca una moral alternativa para evitar problemas. ¡Todo lo contrario!
“¿Cuántas cosas hemos destruido con la ira? La mansedumbre en cambio conquista muchas cosas. No existe territorio más hermoso para ganar que la paz que se encuentra con un hermano. ¡Y esta es la tierra que se hereda con la mansedumbre!”, anotó.
En su alocución, asimismo se detuvo sobre el pecado de la ira. “En un momento de cólera se puede destruir todo lo que se ha construido; cuando se pierde el control, se olvida lo realmente importante, y esto puede arruinar la relación con un hermano, muchas veces sin remedio”.
En cambio, “la mansedumbre conquista los corazones, salva las amistades, hace posible que se sanen y reconstruyan los lazos que nos unen con los demás”, abundó.
¿Qué es ser una persona mansa?
Entonces, indicó que la “mansedumbre se manifiesta sobre todo en los momentos de conflicto, cuando estamos “bajo presión”, cuando somos atacados, ofendidos, agredidos. Nuestro modelo es Jesús, que vivió cada momento, especialmente su Pasión, con docilidad y mansedumbre”.
El Pontífice afirmó que “cuando decimos que una persona es “mansa”, “nos referimos a que es dócil, suave, afable, a que no es violenta ni colérica”. Francisco invitó a ver a Jesús como maestro de mansedumbre, además porque esta bienaventuranza afirma también que los mansos “heredarán la tierra”.
“No la poseen ni la conquistan, la heredan. Esta tierra es una promesa y un don para el Pueblo de Dios. Esta “tierra” es el Cielo, hacia donde caminamos como discípulos de Cristo, promoviendo la paz, la fraternidad, la confianza y la esperanza”.
Por último, saludó a los peregrinos. “Pidamos al Señor que nos ayude a ser mansos y humildes de corazón, y a reconocer los momentos en que perdemos la calma para que, con su gracia, podamos volver a encontrar y a construir la paz. Que el Señor los bendiga”.