Clemente Vismara fue un sacerdote misionero del PIME (Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras) que desarrolló su labor 65 años en Myanmar del 1923 al 1988, con un solo viaje a Italia en 1957 por enfermedad. Murió el 15 de junio de 1988 en Mong Ping, en la diócesis de Kengtung, en la frontera con China y Laos.
Inmediatamente fue invocado como “protector de los niños” -recuerda el misionero Piero Gheddo- “porque siempre vivió entre 200-250 huérfanos que recogía en los pueblos destruidos por la guerra o dispersos por el hambre y la enfermedad”.
El llamado “patriarca de Birmania” fundó seis parroquias, construyó iglesias y capillas, escuelas, hospitales y orfanatos, y enseñó a los tribales una agricultura más moderna.
Clemente murió a los 91 años, pero escribía que no se sentía anciano porque era aún útil a muchos niños y personas abandonadas (discapacitados, leprosos, viudas solas, opiómanos, ladrones expulsados de los pueblos), a quienes recogía en su misión, mantenía y trataba con la ayuda de las religiosas de María Niña.
Era un hombre de mucha oración, y siempre se le veía sereno y lleno de gozo, aun en las grandes dificultades y sufrimientos de una vida transcurrida entre pueblos en guerra, hambre y miseria, ladrones y bandidos de carreteras, aislamiento en la selva con el médico más cercano a dos días de viaje..
“Clemente es el auténtico misionero al servicio de los pobres y de los últimos -añade el padre Gheddo-, comprometido en el campo educativo y social, capaz de dar la vida por su pueblo, pero también, y ante todo, testigo y anunciador de Jesucristo con su vida”.
En Myanmar más del 72% es budista, animista el 12,6%, los cristianos superan el 8% y los musulmanes representan el 2,4%.
Datos recientes del dicasterio misionero estiman que, entre los 51 millones de birmanos, hay 600 mil católicos, atendidos por 16 obispos, 600 sacerdotes, 1.400 religiosos y 3.000 catequistas.
Artículo publicado originalmente por evangeliodeldia.org