A san Patricio se le atribuye la cristianización de Irlanda, a mediados del siglo V. La historia dice que el santo explicaba el misterio de la Santísima Trinidad sujetando un trébol. A juzgar por las evidencias, la metáfora fue particularmente iluminadora: a su muerte, Irlanda contaba con un buen número de iglesias, monasterios y escuelas cristianas.
San Patricio murió un 17 de marzo hace más de 1500 años. O al menos eso es lo que afirma el teólogo franciscano irlandés del siglo XVI Luke Wadding quien, siendo un ferviente nacionalista irlandés, pero además un tenaz abogado de la causa católica en Irlanda, celebró durante toda su vida sacerdotal la fiesta de san Patricio como si se tratase de una solemnidad. A él se debe el hecho de la inserción de la fiesta de san Patricio en el calendario litúrgico universal.
Nacido en Bretaña a inicios del siglo IV, Maewyn Succat (que ese era su nombre) fue secuestrado a la edad de 16 años por saqueadores irlandeses que atacaron la casa de sus padres y le mantuvieron en cautiverio por seis años más.
Al huir, volvió a Bretaña y fue luego enviado de vuelta a Irlanda, esta vez como misionero. Al ser ordenado como sacerdote, asumió el nombre “Patricio”, como una figura paterna para su feligresía.