Aleteia logoAleteia logoAleteia
martes 07 mayo |
Santa Rosa Venerini
Aleteia logo
Oración del día
Hoy celebramos a...Jueves, 04 De Abril

San Francisco Marto

Siendo todavía niño, brilló por la suavidad de costumbres, la perseverancia en los sufrimientos y en la fe

São Francisco Marto

Santuário de Fátima

Nació en Aljustrel, Fátima (Portugal), el 11 de junio de 1908; fue bautizado a los pocos días, y cayó víctima de una neumonía en diciembre de 1918, falleciendo en el mismo pueblo a las 22 horas del 4 de abril de 1919. Fue enterrado en el cementerio de Fátima y luego trasladado a la Basílica, el 13 de marzo de 1952.

Su gran preocupación era la de «consolar a Nuestro Señor». El espíritu de amor y reparación para con Dios ofendido, fue notable en su tan corta vida; pasaba horas dedicadas a «pensar en Dios». Fue un contemplativo.

De la homilía de SS Juan Pablo II en Fátima, en la misa de beatificación de Francisco y su hermana Jacinta, el 13 de mayo del 2000:1. «Yo te bendigo, Padre, (…) porque has ocultado estas cosas a los sabios e inteligentes, y se las has revelado a los pequeños» (Mt 11, 25).

Con estas palabras, amados hermanos y hermanas, Jesús alaba los designios del Padre celestial; sabe que nadie puede ir a él si el Padre no lo atrae (cf. Jn 6, 44), por eso alaba este designio y lo acepta filialmente: «Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito» (Mt 11, 26). Has querido abrir el Reino a los pequeños.

Por designio divino, «una mujer vestida del sol» (Ap 12, 1) vino del cielo a esta tierra en búsqueda de los pequeños privilegiados del Padre. Les habla con voz y corazón de madre: los invita a ofrecerse como víctimas de reparación, mostrándose dispuesta a guiarlos con seguridad hasta Dios. Entonces, de sus manos maternas salió una luz que los penetró íntimamente, y se sintieron sumergidos en Dios, como cuando una persona -explican ellos- se contempla en un espejo.

Más tarde, Francisco, uno de los tres privilegiados, explicaba: «Estábamos ardiendo en esa luz que es Dios y no nos quemábamos. ¿Cómo es Dios? No se puede decir. Esto sí que la gente no puede decirlo». Dios: una luz que arde, pero no quema. Moisés tuvo esa misma sensación cuando vio a Dios en la zarza ardiente; allí oyó a Dios hablar, preocupado por la esclavitud de su pueblo y decidido a liberarlo por medio de él: «Yo estaré contigo» (cf. Ex 3, 2-12). Cuantos acogen esta presencia se convierten en morada y, por consiguiente, en «zarza ardiente» del Altísimo.

2. Lo que más impresionaba y absorbía al beato Francisco era Dios en esa luz inmensa que había penetrado en lo más íntimo de los tres. Además sólo a él Dios se dio a conocer «muy triste», como decía. Una noche, su padre lo oyó sollozar y le preguntó por qué lloraba; el hijo le respondió: «Pensaba en Jesús, que está muy triste a causa de los pecados que se cometen contra él». Vive movido por el único deseo -que expresa muy bien el modo de pensar de los niños- de «consolar y dar alegría a Jesús».

En su vida se produce una transformación que podríamos llamar radical; una transformación ciertamente no común en los niños de su edad. Se entrega a una vida espiritual intensa, que se traduce en una oración asidua y ferviente y llega a una verdadera forma de unión mística con el Señor. Esto mismo lo lleva a una progresiva purificación del espíritu, a través de la renuncia a los propios gustos e incluso a los juegos inocentes de los niños.

Soportó los grandes sufrimientos de la enfermedad que lo llevó a la muerte, sin quejarse nunca. Todo le parecía poco para consolar a Jesús; murió con una sonrisa en los labios. En el pequeño Francisco era grande el deseo de reparar las ofensas de los pecadores, esforzándose por ser bueno y ofreciendo sacrificios y oraciones. Y Jacinta, su hermana, casi dos años menor que él, vivía animada por los mismos sentimientos.

Fuente: Vaticano
Si quieres descubrir otras historias de santos, haz click aquí

ES_NEW.gif
Oración del día
Hoy celebramos a...




Top 10
Ver más