¿Tu prometido(a) te ha dejado sin dar ninguna explicación concreta? Asombro es la palabra que caracteriza lo que se siente cuando se ve el inesperado giro de la misma persona que parecía querer unir su vida a la tuya.
La tentación es entrar primero en la negación. Pero debes reconocer que su decisión es definitiva. Y entonces llega la angustia, con esta dolorosa sensación de inutilidad, y este sentimiento de que tu vida ya no tiene sentido.
Entonces, ¿cómo superas este dolor?
El amor florece sólo en la verdad y la libertad…
En primer lugar, duerme bien, para recuperar tus fuerzas. Por otro lado, es esencial entender que aunque el amor de otra persona puede hacernos sentir valiosos, no significa que si ya no nos ama no valemos nada.
Por encima de todo, hay que vivir el proceso del duelo. Y esto requiere que dejemos de esperar el regreso de nuestro ser querido.
Por supuesto, cualquier ruptura causa sufrimiento. Pero posiblemente era necesario. Tal vez la persona que fue tu prometido(a) haya llegado a la conclusión de que, a pesar de quererte, casarse ya no le parecía posible.
Es posible que hayan existido razones graves como para justificar su gesto (no sabes, tampoco, si sufre tanto como tú). No tienes que sentirte responsable, y mucho menos culpable. Sin duda, tu prometido/a torpe, incluso poco delicado, contigo.
Pero básicamente, no puedes culparlo por querer terminar tu relación, que a sus ojos no podría ir más allá. El amor florece sólo en la verdad y la libertad.
Puedes amar dos veces, y la segunda mejor que la primera…
Hoy en día, comprendemos claramente que un fracaso no sólo puede ser superado, sino que se convierte en una oportunidad para una mayor madurez. Nos permite descubrir qué es y qué no es el amor auténtico.
También nos enseña que no “poseemos” al otro, y que el amor no es dependencia. Incluso después de una ruptura dolorosa, es necesario recoger los hilos que el dolor ha roto, y seguir viviendo.
Finalmente, no olvides que puedes amar dos veces. Y la segunda vez mejor que la primera. Mientras tanto, sigues siendo amado, por tus padres, tus amigos y sobre todo por Dios, y más aún porque Él sabe que estás sufriendo.
Denis Sonet