Conserven esos momentos de complicidad que encontraron en casa durante el confinamiento
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El confinamiento ha sido para muchas personas sinónimo de cambio de ritmo o de tiempo juntos. Ahora, cuando ya podemos salir de casa para trabajar, hacer deporte y otras actividades, la vuelta a la “nueva normalidad” puede implicar un riesgo: dejar de lado los beneficios que hemos obtenido en estos tiempos tan excepcionales.
A continuación, algunos consejos para conservar ahora ese espíritu de bondad y buenas resoluciones suscitados por el confinamiento.
Este tiempo ha ayudado a algunas parejas a ponerse al día en habilidades de escucha, de benevolencia, de gratitud y de perdón. Esos buenos momentos y resoluciones no deberían olvidarse. Más bien conviene buscar que perduren ahora en nuestra “nueva normalidad”. ¿Cómo hacerlo?
¡Primero hay que decidirlo! Una decisión consciente, reflexionada, asumida. Hay que decirse: “Hoy es el primer día del resto de mi vida y decido hacer todo lo que esté en mi mano para amar a mi cónyuge”.
Se da por supuesto, dirán algunos. Pero cuando decimos “amar”, hay que entenderlo en el sentido evangélico. Es decir, decidir darlo todo. Ambiciosa perspectiva, sin duda. Pero es cierto que el Evangelio es exigente, si queremos tomárnoslo en serio.
Concretamente, ¿por qué no aplicar medidas, grandes y pequeñas, pero todas importantes, para vivir lo más profundamente posible esas actitudes de acogida del cónyuge? Están, por supuesto, la cita semanal (una tarde de tres o cuatro horas juntos), el fin de semana bimestral (veinticuatro horas mínimo), pero también y sobre todo esta actitud sincera de bienvenida incondicional del cónyuge. De ahí fluirá naturalmente la actitud de gratitud por los mil y un actos cotidianos realizados por el bienestar de ambos.
Marie-Noël Florant