separateurCreated with Sketch.

¿Temes ganar peso antes del fin del confinamiento? Sigue leyendo

SZCZUPŁA KOBIETA
whatsappfacebooktwitter-xemailnative
Edifa - publicado el 17/04/20
whatsappfacebooktwitter-xemailnative

¿Te cuesta ver que pueda existir una relación entre el exceso de peso y la vida cristiana? ¿Crees que un tema así debería aparecer más bien en otro tipo de medios que hablan de los inevitables consejos dietéticos durante el confinamiento (¡el frigo y el picoteo tienen el viento en popa!)? Desengáñate, estos dos temas están muy relacionados…

Basta con mirar a nuestro alrededor para comprender que a las dietas y demás remedios adelgazantes les esperan buenos días. Aunque, por ahora, todo el mundo intenta mantener la línea, la preocupación podría crecer tanto para mujeres como para hombres de aquí al final de la crisis sanitaria debida al COVID-19.

En cierta medida, cuidar de la apariencia física es muy normal, incluso muy sano. Sin embargo, es sorprendente la importancia desmesurada que toman a veces estas preocupaciones.

Y más aún cuando se trata de cristianos, porque no parecen establecer ningún vínculo entre su régimen adelgazante y su Fe, entre el desánimo ante unos kilos superfluos (¡cuántas “depresiones” por motivos así!) y la Esperanza pascual. Esto que es cierto para adultos lo es también para niños, sobre todo adolescentes.

Ponerse totalmente en las manos de Dios

Sin embargo, la Fe no concierne solamente a una parte de quienes somos y de lo que vivimos. Creer significa poner toda nuestra confianza en Dios, ponernos totalmente en las manos de Dios, entregarnos por completo a Su amor. Es decir, ¡con nuestros kilos de más y todas las preocupaciones que nos ocasionan! Porque Cristo ha resucitado, toda nuestra vida se transformado, incluyendo las dimensiones más prosaicas.

Los kilos de más son un ejemplo entre muchos otros, escogido porque habla vehementemente a un gran número de personas. Pero podríamos emplear otros tantos ejemplos: ¡cuántas veces, en efecto, estamos tentados de vivir ciertos aspectos de nuestra vida “junto” a Dios y no en Él, como si algún aspecto de nuestra persona pudiera no concernirle! Corresponde a cada uno hacer un balance para discernir lo que sustrae de la luz de la Resurrección, lo que no vive en Dios.

Entregar el deseo de belleza a la luz de la Resurrección

“Ya que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes del cielo donde Cristo está sentado a la derecha de Dios” (Col 3,1), es lo que nos recuerda san Pablo. Tender hacia las realidades del cielo no implica despreciar nuestro cuerpo. Llamado a resucitar con Cristo, nuestro cuerpo está destinado a los “bienes del cielo”. La Resurrección nos invita a ver en nuestro cuerpo mucho más y mucho mejor que lo que nos cuentan las revistas de moda. La belleza, en efecto, es un “bien del cielo”: aspiramos a ella y es Dios mismo quien pone en nosotros ese deseo.

Sufrir las imperfecciones del cuerpo es justo, porque todos estamos hechos para la belleza, con nuestros cuerpos. Sin embargo, debemos entregar este deseo de belleza a la luz de la Resurrección. Pero para ello habrá que despojarlo de todo lo que implique impureza, búsqueda egoísta (cuando los kilos de más sofocan nuestra alegría o desvían nuestra atención), de orgullo (cuando queremos ser los más hermosos a cualquier precio) y de autosuficiencia.

Cuando un niño, un adolescente o nuestro cónyuge se queja de algo que le afea (o al menos así lo siente), no nos contentemos con decir “¡Eso no tiene importancia!”, porque sí es importante para él o ella. Sin embargo, la importancia que tiene es relativa. ¡Y es un signo positivo! Ese deseo de belleza revela que fue hecho para la Belleza, esa belleza sin mácula, sin límite, que estamos llamados a contemplar eternamente. Pidamos a Cristo resucitado que nos abra los ojos a esta belleza que ya nos es revelada en la luz de la Pascua.

Christine Ponsard

¿Te ha gustado leer este artículo? ¿Deseas leer más?

Recibe Aleteia cada día.

Apoye Aleteia

Usted está leyendo este artículo gracias a la generosidad suya o de otros muchos lectores como usted que hacen posible este maravilloso proyecto de evangelización, que se llama Aleteia.  Le presentamos Aleteia en números para darle una idea.

  • 20 millones de lectores en todo el mundo leen Aletiea.org cada día.
  • Aleteia se publica a diario en siete idiomas: Inglés, Francés, Italiano, Español, Portugués, Polaco, y Esloveno
  • Cada mes, nuestros lectores leen más de 45 millones de páginas.
  • Casi 4 millones de personas siguen las páginas de Aleteia en las redes sociales.
  • 600 mil personas reciben diariamente nuestra newsletter.
  • Cada mes publicamos 2.450 artículos y unos 40 vídeos.
  • Todo este trabajo es realizado por 60 personas a tiempo completo y unos 400 colaboradores (escritores, periodistas, traductores, fotógrafos…).

Como usted puede imaginar, detrás de estos números se esconde un esfuerzo muy grande. Necesitamos su apoyo para seguir ofreciendo este servicio de evangelización para cada persona, sin importar el país en el que viven o el dinero que tienen. Ofrecer su contribución, por más pequeña que sea, lleva solo un minuto.