Algunos cristianos creen que a través del yoga, que enseña a concentrarse, podrán orar mejor, no ven nada peligroso en estas técnicas de meditación oriental, pero ¿es posible combinar el yoga y la fe cristiana?
Las técnicas de meditación orientales son muy atractivas. Son medios poderosos de retirarse del mundo exterior despreocupado y cambiante para reenfocarnos en nuestro ser interior, que todos echamos de menos. Lo sé por haberlos practicado yo mismo durante varios años.
Al principio, el enfoque es el mismo que en la oración cristiana: hay una voluntad de romper con una vida superficial, dispersa, muy decepcionante, de entrar en sí mismo. En ambos casos, hay una gran sed de Absoluto.
Pero desde el principio de este camino interior, los caminos se separan. En las técnicas orientales se trata de entrar cada vez más en sí mismo, por sus propios medios, hasta llegar a una especie de fusión en el Todo, una sensación de existencia muy intensa.
En esta experiencia, no hay lugar para el otro: “Estoy cada vez más centrado en mí mismo y solo en mí mismo”.
Al contrario, la oración cristiana es un encuentro con el Otro, con Dios que viene a mí: “Yo entro en mí mismo, pero es para prepararme a recibir lo que el Señor quiere darme allí”.
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