Las mujeres no son las únicas en quejarse de falta de gestos de cariño por parte de sus parejas. Algunos hombres también desearían sentirse más amados por sus mujeres y recibir muestras de cariño que (¡aunque nunca lo admitirán!) tengan cierta connotación sexual. ¿Qué hacer si su mujer no le muestra ninguna ternura? Tal vez convendría primero intentar comprenderla. Por ello, caballeros, aquí les dejamos algunos consejos que les ayudarán a entender mejor a sus mujeres.
“Mi esposa nunca demuestra su afecto.” Esta es una frase que he escuchado de maridos que dicen sufrir de una esposa alérgica a los gestos de ternura y sobretodo incapaz de ofrecerlos. El marido está aún más sorprendido porque, en su cabeza, la esposa encarna la dulzura, la exquisita bondad, la sensibilidad que -con razón- se llama femenina. Cualidades que tal vez valore gracias al ejemplo de su madre.
No quisiera, al escribir estas líneas, hacer que las esposas se sientan culpables por no ser los tesoros de ternura que sus esposos esperaban encontrar. Sé que a menudo son las primeras en sufrir esta frialdad que las invade y que no pueden evitar: “¡Qué le voy a hacer! ¡No lo puedo controlar! ¡No lo puedo superar! ¡No me puedo obligar a mí misma!”. Sin embargo sé que en el corazón humano no hay ausencia de ternura. Está ahí, adormecida o bloqueada, ignorada o reprimida, temida o encubierta, pero muy presente. Incluso se puede decir que cuanto más contenida esté en el exterior, más grande será en el interior. Es importante buscar las causas de este encierro, de este bloqueo.
Hay muchas razones que explican este comportamiento
La primera explicación que surge espontáneamente es que la esposa ya no ama a su marido o incluso que no lo ha amado nunca. Una explicación plausible en algunos casos, pero que también puede servir como excusa fácil: “Entiéndeme… me casé con él sin mucho entusiasmo. Me vi obligada por mi entorno. Me casé por motivos razonables, pensando que el amor vendría enseguida.” También debemos buscar en otras direcciones. Por ejemplo, la falta de cariño durante la infancia. Un obstáculo innegable: ¿cómo dar lo que no se recibió? Cada niño, para sufrir menos, tiene tendencia a “acorazarse” o desvalorizar el sentimiento que no puede conseguir. Sin embargo, en él permanece esta necesidad de cariño que no conoce, si no “por el vacío”, por la carencia.
La educación también puede ser la causa del encierro. Hay familias en las que se excluyen los abrazos, que se consideran como algo infantil y sensiblero. La conciencia de este condicionamiento podría ayudar a la esposa a distanciarse de este pasado y permitirse comportarse de una manera que hasta ahora se consideraba inútil.
¿Un cariño que sólo se da a los hijos también podría ser el motivo de la indiferencia hacia el marido? Sabemos la importancia del amor materno para algunas mujeres que piensan que los niños pequeños y frágiles necesitan un entorno afectivo importante, mientras que un marido adulto fuerte puede prescindir fácilmente de él. Como si para ser una buena madre, no era necesario ser una buena esposa primero…
El rechazo del cariño también puede ser un rechazo del placer, de la caricia, por ejemplo, un miedo a la sexualidad. Probablemente se avergüence de su cuerpo – un complejo que puede ser el resultado de una educación puritana, o de un acontecimiento que ha afectado profundamente a la persona hasta en su cuerpo (aborto, violencia, agresión sexual…). Una entrevista con una persona competente puede ayudar a identificar y eliminar las inhibiciones ocultas. Finalmente, puede existir una desagradable impresión de ser sólo un objeto, cuando el marido combina sistemáticamente ternura y vida sexual. La mujeres pueden terminar temiéndolo. Se percibe como una muestra “estratégica” y no gratuita. ¿Y si también existiera el temor de dar poder a otros sobre su cuerpo, sobre su sensibilidad? ¿Un fallo pasado del marido que nunca ha sido perdonado? Hay muchas razones que explican esto. En cualquier caso, una vez detectada la causa, el trabajo de cicatrización requerirá esfuerzo y tiempo.
¿Qué decir, qué hacer?
El marido, por su parte, podría proponer un cariño desinteresado, deliberadamente desconectado de una propuesta sexual, una ternura que sabe esperar pacientemente, porque es obvio que cualquier “acoso” en este ámbito sólo frenaría la evolución de la esposa. Una actitud que, de hecho, significa para el otro: “Mira, no quiero forzarte a nada. Mis brazos están abiertos para que puedas venir a refugiarte cuando quieras y te puedas abandonar…. ¡Te quiero, nada más!”
Le corresponde a la esposa reconciliarse con su cuerpo, este maravilloso don del Creador. ¡Este cuerpo que su Hijo no despreció! Es también una oportunidad para reflexionar sobre su relación con el placer, para considerarlo como plenamente querido por Dios. “Los esposos no hacen daño al tomar los placeres de su condición”, dijo el austero Papa Pío XII.
Incumbe también a la esposa aprender a dejarse llevar. El bloqueo es frecuente a este nivel. Una niña llora en ella, pero no tiene la sencillez de entregarse en los brazos de un marido enamorado, que sin embargo está a su lado como signo de la ternura de Dios.
Padre Denis Sonet