Es impresionante. Cada día recibo los más bellos testimonios de personas que han renovado sus vidas visitando Jesús en el sagrario y de aquellos que han descubierto las gracias innumerables que recibimos ante la presencia viva de Jesús Sacramentado. Te comparto uno que me encantó, por su sencillez y el amor que demostraba por nuestro amado Jesús.
Después que leas su testimonio, mira la hermosa foto que me envió.
“El miércoles llovía mucho. Fui a visitar a Jesús. Estaba solo. Para mí fue un momento especial. Los dos a solas. Le dije lo mucho que lo amaba y lo mucho que quisiera amarlo más. Sentí que me respondía en ese instante. Era hermoso. Una paz me inundaba toda. Lo miré de nuevo con nuevos ojos y me pareció ver un corazón en la Eucaristía. Largo rato estuve viéndolo como una enamorada, diciéndole que lo amaba. Le pedí que lo impregnara, su Corazón, en mi corazón. Que me llenara de Él.”
¡Qué experiencia más hermosa!
Visitar a Jesús en los sagrarios es una parte fundamental de mi vida.
La canción que te he colocado es una de mis favoritas. Cuando le visito y nos quedamos solos, le canto.
También suele ocurrirme que hago un alto, ya sea escribiendo una carta, un libro o estos blogs de Aleteia. Entonces… Me dirijo con mi mente al sagrario de una iglesia cercana a la que me encanta ir, para estar con mi Señor. Y me quedo unos instantes con Él, nuestro amado. Luego vuelvo y sigo escribiendo, renovado. Así es como escribo estas palabras, con un sentimiento difícil de explicar. Es algo que debes experimentar. Y se vive ante el sagrario, donde habita Jesús.
Lo sé también está en los pobres… en los que sufren, en ti y en mí. Pero en el sagrario es diferente. Su gracia que recibes es tanta que no puedes sostenerla en ti y tienes un sentimiento curioso, como una urgencia, de compartir con todo el mundo su Amor. Como decía un amigo:
“Que te vean a ti mi buen Señor, y no a mí”.
Este amigo me escribió recientemente contándome sus aventuras con Jesús en el sagrario. Me encantaron estas palabras que describen a nuestro amado Jesús en el sagrario:
“Aquél que siempre nos espera y nos llama con dulzura cada instante de nuestros días”.
¿Mi sueño? Poder decir algún día como san Pablo:
«…no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí» (Gálatas 2,20)
¿Te puedo pedir un favor? Cuando vayas al sagrario dile a Jesús:
“Claudio te manda saludos”.
Me encanta sorprenderlo. Ayer le enviaron mis saludos en la Basílica Sagrado Corazón en Francia. Hoy una amiga lo va a sorprender en Fátima. Y un conocido lo va a saludar en un pueblito de Italia.
¡Qué bueno es Dios!
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