No imaginas cuántas personas me escriben diciendo: “Ya no puedo más. ¿Qué me aconseja?”
Sabes que no soy bueno dando consejos. Por eso les sugiero que se acerquen a un sacerdote en busca de orientación espiritual.
Una buena confesión sacramental ayuda mucho a restaurar la amistad con Dios.
Sobre todo, les digo:
“Deja que Dios te sostenga. Es tu Padre y lo hará con gusto, por amor y misericordia”.
“¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de los misericordias y Dios de toda consolación, que nos consuela en toda tribulación nuestra para poder nosotros consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con que nosotros somos consolados por Dios!” (II Cor. 1, 3-4)
Durante mi vida he pasado momentos muy difíciles. Aprendí que es como detenerse en la encrucijada de un camino. Tienes dos opciones frente a ti.
- Vivir con zozobra y temor, dejando que te arrastre el problema.
- Confiar en Dios y orar. Permitirle a Dios que actúe en tu vida y te ayude. Mientras, te esfuerzas y perseveras para salir adelante.
En medio de mis problemas escojo siempre la opción No. 2. Creo que por eso he logrado salir adelante. No por mis fuerzas, que son pocas o mi pobre inteligencia, sino por pura gracia de Dios, que me ha acompañado y ha tenido compasión de mí.
En estos días acudí con Vida mi esposa a la misa dominical. Había una gran alegría en el ambiente y la iglesia estaba rebosante. Un grupo de fieles llegaba de un retiro espiritual, un encuentro con Dios. Estaban felices. Se desbordaba su alegría y júbilo. Sentías allí la presencia de Dios que los abrazaba con su amor.
Al finalizar la misa una joven se paró para dar su testimonio sobre los días vividos en el retiro. Me sorprendí mucho y me llené de esperanza al escuchar sus bellas palabras.
“Vivía triste. Pensaba que Dios me había abandonado. No escuchaba su voz. Me invitaron al retiro y fui un poco desconfiada sin saber qué podía esperar de él. Acercándose los últimos días, todo cambió para mí. Me di cuenta que nunca estuve sola. DIOS SIEMPRE ESTUVO CONMIGO. SIEMPRE”.
Este descubrimiento extraordinario es capaz de cambiar la vida de cualquiera, incluso la tuya. Por eso te invité al santo abandono. Abandonarte en los brazos de Dios, aceptando su santa voluntad que es perfecta. Ofreciendo tus miedos, temores, sufrimientos, sabiendo que no estamos solos.
Dios camina con nosotros y nos sostiene a lo largo del trayecto. Esto es algo que he comprendido con los años. No estás solo(a).
El mundo tiene necesidad de tu oración y sacrificios. Dale valor a esto que vives, ofrécelo a Dios, esfuérzate en salir adelante y confía en su gran bondad. Recuerda las palabras de la Virgen a los pastorcillos de Fátima:
“Orad, orad mucho y haced sacrificios por los pecadores. Son muchas almas que van al infierno porque no hay quien se sacrifique y ruegue por ellas”. (19 de agosto de 1917)
¡Ánimo! ¡Tú puedes!
Te invitamos a leer otro maravilloso testimonio: Haz #CLIC# aquí: “¿Te has abandonado alguna vez en las manos de Dios”
¡Dios te bendiga!
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¿Conoces los maravillosos libros de nuestro autor Claudio de Castro? Queremos recomendarte que los leas. Son un abrazo para el alma, consuelo en los días difíciles, una bocanada de aire fresco. Haz “CLIC” aquí y podrás darles una mirada
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Te dejamos con esta bella canción al Corazón de Jesús.
https://www.youtube.com/watch?v=p7aF2VEQWdE