Hay días que parecen interminables, llenos de dificultades. Y hay semanas así. Cada día parece empeorar. Y no sabes qué ocurre, porqué esto. No sales un problema cuando caes en el siguiente. ¿Te ha pasado?
Es lo que viví la semana que acaba de terminar.
A veces me sonrío cuando alguien se me acerca y me dice: “Seguramente su vida es muy sencilla, Usted escribe estos artículos y esos libros sobre Dios. Le debe ir de lo mejor”. No sabe que cada palabra, cada libro es una experiencia que tuve que vivir para poder escribir.
Suelo decirle a Dios: “Si quieres pídeme que escriba sobre éste u otro tema y con mucho gusto lo hago”.Pero no funciona de esta forma. Primero me sumerge en un problema del que no sé cómo salir. En esos momentos suelo hacer tres cosas, para mí importantes:
- Rezo y ofrezco. Sobre todo por los pecadores y la salvación de las almas, incluyendo la mía que tanto lo necesita.
- Me pregunto qué es lo peor que podría ocurrir. Sabiéndolo me quedo más tranquilo
- Me levanto decidido a salir adelante, a no dejarme vencer. Hay que persistir. Si caigo, me levanto y vuelvo a empezar. Y lo intento de nuevo, una y otra vez.
Tengo un secreto. Seguramente ya no lo es de tanto que escribo al respecto. Mis visitas a Jesús en el sagrario.
Mis visitas de los domingos a las 5 de la madrugada, cuando sólo estamos él y yo, son las mejores. Este domingo tomé un video para que me acompañaras un rato en esta visita.
Es un momento increíble de una Paz sobrenatural, de una certeza irrefutable: “ALLÍ ESTÁ JESÚS”.
Puedo pasar una mala semana, pero me animo sabiendo que tengo esta cita dominical con él.
Suelo detenerme en diferentes oratorios mientras conduzco el auto, durante la semana, para saludarlo. Y hasta le grito bajando la ventana cuando paso frente a una iglesia: “Eh Jesús, te quiero”.
Pero los domingos es diferente. Voy sin prisas, con la ilusión de verlo, de estar con Él.Y sé que a Él le agrada, que también espera los domingos para verme entrar por esa pequeña puerta del oratorio.
Es un encuentro maravilloso, único. En un instante recuperas las fuerzas que perdiste durante la semana, sales confiado seguro, sabiendo que no estás solo, que Jesús te ama y te acompaña.
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Te invitamos a conocer la página de nuestro autor Claudio de Castrodonde podrás leer sobre su vida y aventuras en torno al sagrario.