Siendo apenas un niño mi vida era muy sencilla, no tenía complicaciones, todo lo creía. La ingenuidad que aún conservo, me guiaba por un mundo maravilloso, en el que todo me parecía sorprendente, hermoso.
Descubría el mundo a mi alrededor. Y nunca dejaba de admirarme. Todo era puro y sencillo.
Me parece que alguna vez te lo he contado. Frente a mi casa en la Avenida Roosevelt de Colón, una ciudad costera en Panamá, las Siervas de María tenían su residencia y una hermosa capilla. Salían al atardecer, cuando el sol se ocultaba para cuidar enfermos, llevarles el amor de Dios y regresaban la mañana siguiente.
Solíamos cruzar la calle para asistir a la misa dominical, con mis padres y mis hermanos Henry y Frank.
Cuando tuve conciencia de Jesús, VIVO, en aquél hermoso sagrario, todo cambió para mí.
Apenas me lo creía. “Jesús era mi vecino”. Vivía enfrente de mi casa.
Me encantaba ir a misa cada mañana antes de irme al colegio y pasar un rato acompañando a Jesús.
Solía asomarme por la ventana y lo saludaba desde mi casa. Sabía que estaba atento a todos nosotros.
Su Corazón ardía de amor por la humanidad, en aquél silencioso sagrario. Era un prisionero por amor. Pasaba los días esperándonos, amando, irradiando gracias.
Han pasado muchos años, el mundo es más complicado, hay tanta violencia. Somos diferentes. Solo hay algo que se mantiene invariable, sin cambio: El amor de Jesús por la humanidad. Su presencia real, verdadera, en el sagrario, el dolor que experimenta por nuestra indiferencia a su Amor.
El 16 de julio de 1675 se apareció Jesús a santa Margarita María de Alacoque y le dijo con profunda tristeza:
“He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres y que no ha ahorrado nada hasta el extremo de agotarse y consumirse para testimoniarles su amor. Y, en compensación, sólo recibe, de la mayoría de ellos, ingratitudes y desprecios. Pero lo que más me duele es que se porten así los corazones que se me han consagrado…”
Hoy es 3 de julio, día de mi cumpleaños. Miro al cielo y te pido perdón Jesús por mis muchas indiferencias a tu amor, tus llamados a la santidad, la pureza de corazón, la misericordia entre nosotros y tu amistad.
Me has brindado la oportunidad de crecer en una familia amorosa, y a los años poder tener mi propia familia, hijos, nieta. Puedo escribir estas reflexiones espirituales que tanto disfruto y que me permiten compartir con ustedes momentos de paz y serenidad, inquietudes, sueños, esperanzas y sobre todo la dulce presencia de Jesús en los sagrarios del mundo
Te quiero agradecer Jesús tu inmenso AMOR.
“Gracias Señor”.
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Amable lector, me permites pedirte un favor? Ya sabes que me encanta sorprender a Jesús en el sagrario y hoy que es un día tan especial para mí, ¿podrías ir a verlo?
Cuando estés con Él, dile: “Claudio te manda saludos”.
¡Dios te bendiga!
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¿Conoces el libro “EL SAGRARIO? Lo escribí para ayudarte en tus visitas a Jesús en el sagrario, para que puedas conocerlo y amarlo más. Me ilusiona que lo conozcas y lo visites a diario. Y le digas que le quieres.
“EL SAGRARIO” es un clásico de espiritualidad que “ENCIENDE los CORAZONES” en amor a Jesús Sacramentado. Escrito por nuestro autor Claudio de Castro
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