“Vi a una Señora vestida de blanco: llevaba un vestido blanco, un velo también de color blanco, un cinturón azul y una rosa amarilla en cada pie”. (11 de febrero de 1858). Así la describió santa Bernardita Soubirous, al contemplar a la Virgen.
Años después de las apariciones comentó sobre ella, su hermosura, la más bella y pura y humilde…“Cuando la has visto, no puedes seguir apegada a la tierra”.
Desde pequeño me enseñaron mi madre y mi abuela en Costa Rica a confiar en nuestra Madre celestial. Por eso acudo a ella en cada dificultad. Puedo asegurarte que NUNCA HE QUEDADO DEFRAUDADO.
Son muy conocidas estas hermosas palabras de San Bernardo de Claraval, un gran enamorado de la Virgen Santísima. invitándonos a confiar en la Virgen.
“Tú, quienquiera que seas … Si se levantan los vientos de las tentaciones, si te ves arrastrado contra las rocas del abatimiento, mira a la estrella, invoca a María. Si eres batido por las olas de la soberbia, de la ambición, de la detracción o la envidia, mira a la estrella, invoca a María. Si la ira o la avaricia o la seducción carnal sacuden con furia la navecilla de tu espíritu, vuelve los ojos a María.
Si angustiado por la enormidad de tus crímenes, o aturdido por la deformidad de tu conciencia, o aterrado por el pavor del juicio, comienza a engullirte el abismo de la tristeza o el infierno de la desesperación, piensa en María.
Si te asalta el peligro, la angustia o la duda, recurre a María, invoca a María.
Que nunca se cierre tu boca al nombre de María, que no se ausente de tu corazón, que no olvides el ejemplo de su vida; así podrás contar con el sufragio de su intercesión.
Si la sigues, no te desviarás; si recurres a Ella, no desesperarás. Si la recuerdas, no caerás en el error.
Si Ella te sostiene, no vendrás abajo. Nada temerás si te protege.
Si te dejas llevar por Ella, no te fatigarás; con su favor llegarás a puerto. De modo que tú mismo podrás experimentar con cuánta razón dice el evangelista: “y la virgen se llamaba María.”
No temas acudir a María. En medio de esta pandemia pide su protección maternal, que te guarde del pecado y la peste bajo su manto sagrado.
Ella es madre de Jesús y Madre espiritual de la humanidad. Y como madre hará lo que sea necesario para velar por tu bienestar físico y espiritual.
Son María Romero, una monja salesiana que vivió en Costa Rica, escribió una bella oración, que mi madre nos enseñó de niños y solemos rezar con frecuencia. Anótala y rezala invocando su protección maternal, que nunca te faltará.
“Pon tu mano, Madre mía, ponla antes que la mía. María Auxiliadora, triunfe tu poder y misericordia. Líbrame del demonio y de todo mal y escóndeme bajo tu manto. Amén”.
Haz como dice san Bernardo:
“Mira a la estrella, invoca a María”.
……….
Te presento algunos libros católicos de nuestro autor Claudio de Castro, para pasar la Cuarentena. #yomequedoencasa