Seguir a Dios nunca ha sido fácil. El camino está lleno de espinas, de piedras filosas, de enemigos ocultos. Es una larga prueba, un camino de conversión. A mis 58 años, no lo comprendo. Tengo más de 100 libros publicados y reconozco que sigo buscando respuestas.
“Confía”, me dice Dios.
Veo la injusticia de quienes deben ser justos.
“ ¿Cómo confiar?”, pregunto.
“Tu patria es el cielo”, me responde.
He pasado un rato escuchando este canto de Peregrinos:
Nos hallamos aquí en este mundo,
este mundo que tu amor nos dio;
mas la meta no está en esta tierra,
es un cielo que está más allá.
Somos los peregrinos,
que vamos hacia el cielo,
la fe nos Ilumina,
nuestro destino no se halla aquí.
La meta está en lo eterno,
nuestra patria es el Cielo,
la esperanza nos guía,
y el amor nos hará llegar.
Parece mentira cómo en detalles tan pequeños como una canción, podemos calmar nuestras inquietudes.
“Señor”, le digo, “dame la certeza del cielo”.
He buscado en Biblia, y la respuesta apareció:
“…ustedes no son del mundo” (Jn 15, 19).
Mi problema es sencillo, me aferro tanto lo terrenal que olvido mi destino verdadero. Me molesto por problemas sin trascendencia.
Quisiera preocuparme más por subir la montaña de Dios. Escalar al cielo. Tener por meta “lo eterno”.
Cuando mi papá murió lo sostenía en mis brazos. Una larga y dolorosa enfermedad lo acercó al cielo. Recuerdo aquella habitación del hospital. Le puse la música que tanto le gustaba escuchar y tomé su libro de oraciones para rezar con él.
Lo abracé largo rato mientras le hablaba al oído del cielo que lo esperaba, de una eternidad maravillosa, de las promesas de Dios. Recé con él, lloré con él, le dije que lo amaba y lo besé.
Luego salí de aquella habitación con una extraña alegría interior, sabía que ahora estaba con Jesús, no tuve dudas.
“La meta está en lo eterno”.
“Qué bien lo debe estar pasando allá, disfrutando las alegrías del cielo”, me digo cada vez que pienso en él.
Sigo rezando: “Señor, que anhele el cielo”.
Comprendo entonces que el camino está siempre a mi alcance y tu alcance, ante nuestra vista, que todos podemos ir…
“el amor nos hará llegar”.
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