Está culminando un año maravilloso lleno de esperanzas y fe. Cada año, en estos días de gracia, hago un alto, me detengo a reflexionar en todo lo que hice y lo que dejé pendiente. Y hago planes para el año nuevo que va a inciar.
Mis anhelos suelen ser muy sencillos, preparar mi equipo y salir en la búsqueda de Dios. Escalar su montaña sagrada, ya que nos espera en la cima. Me detengo en un día como hoy para mirar a mi alrededor y disfrutar el paisaje. A medida que asciendes es más hermoso y logras comprender más de lo que pensaste.
Algunos pequeños logros, eventos cotidianos, me llenaron de alegría el año que culmina.
- Abracé mucho a mi esposa y salimos a menudo en busca de un buen café a alguna cafetería donde compartimos ratos agradables.
- Vi progresar a mis hijos y mi nieta.
- Pedí perdón las veces que ofendí sin querer a alguna persona.
- Encomendé mi vida a la Virgen María, nuestra Madre Celestial.
- Tuve momentos maravillosos de intimidad con Dios.
- Retomé la lectura de la santa Biblia.
- Me di cuenta que tenía que ser agradecido con Dios por tantas gracias que nos da.
- Pasé momentos inolvidables con Jesús en el sagrario.
- Aprendí mucho con la lectura de la vida de los santos sobre la oración su importancia y la cercanía que nos permite con Dios. Comprendí que eran muy ciertas estas palabras de la Madre Teresa de Calcuta: “Yo comienzo la oración siempre por el silencio. Pues es en el silencio del corazón donde habla Dios. Dios es amigo del silencio y debemos escucharle. La oración nutre el alma. Lo que la sangre es para el cuerpo, es la oración para el alma”.
Si me preguntas cuál ha sido el mayor privilegio que se me otorgó este año, la respuesta es sencilla:
“Tuve el privilegio inmerecido de compartirte a través de Aleteia mis reflexiones, pensamientos, mi búsqueda de Dios...
Y lo mejor de todo, fue tener tu generosa compañía en el camino.
Gracias por eso y por los cientos de mensajes tan bonitos que recibí: “Saludé a Jesús de tu parte, Claudio”.
Cada día es un regalo que se nos da. No pierdas el tiempo lamentando lo que no pudiste hacer. Estás vivo, aun puedes conquistar tus sueños, y tienes la oportunidad de volver a empezar.
¡Ánimo! Eres especial para Dios.
Que tengas un bendecido 2020, en la presencia amorosa de Dios nuestro Padre.
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