Cuando un niño -o un adulto- inicia su vida cristiana con el bautismo, requiere de acompañamiento y ejemplo, porque aprenderá a vivir de acuerdo a las enseñanzas de Jesús. Por eso, el papel de los padrinos es fundamental.
La figura de los padrinos
Para comprender mejor qué deben hacer los padrinos, veamos lo que dice el Código de Derecho Canónico:
"En la medida de lo posible, a quien va a recibir el bautismo se le ha de dar un padrino, cuya función es asistir en su iniciación cristiana al adulto que se bautiza, y, juntamente con los padres, presentar al niño que va a recibir el bautismo y procurar que después lleve una vida cristiana congruente con el bautismo y cumpla fielmente las obligaciones inherentes al mismo".
El Código es muy claro: el padrino o madrina debe ayudar en la formación del bautizado. Y no solo eso, sino que su deber es procurar que lleve una vida cristiana y cumplida con sus obligaciones.
También el Catecismo de la Iglesia católica lo confirma:
"Para que la gracia bautismal pueda desarrollarse es importante la ayuda de los padres. Ese es también el papel del padrino o de la madrina, que deben ser creyentes sólidos, capaces y prestos a ayudar al nuevo bautizado, niño o adulto, en su camino de la vida cristiana".
El ejemplo arrastra
La experiencia nos hace entender que la palabra convence, pero el ejemplo arrastra. Y es en este punto donde cabe la pregunta: ¿por qué los padrinos deben ser casados por la Iglesia?
En primer lugar, porque tienen la gracia propia del sacramento del matrimonio, un paso más en el crecimiento como cristianos.
Segundo, porque quien está casado por la Iglesia es más probable que practique su fe, dando testimonio de que han formado una "Iglesia doméstica" en la que "son los primeros anunciadores de la fe con su palabra y con su ejemplo" (CEC 1656).
Tercero, porque si los papás no están casados, los padrinos serán el sostén espiritual de su ahijado.
Por eso es importante elegir bien, no basta con tener una buena relación, ante todo debe tratarse de católicos practicantes para que el bautizado reciba un verdadero testimonio congruente de vida cristiana.