Son las 4:50 p.m. Llueve en Panamá. Me he sentado afuera de mi casa, en mi banca favorita, a rezar y pensar en lo maravillosa que es la vida y a estar en la presencia amorosa de Dios.
A mí edad la vida recobra sentido estando en la dulce presencia de Dios.
Ya no puedo dar largas caminatas como solía de joven, ni puedo escribir largas horas, algo que tanto disfrutaba junto a la lectura de un buen libro, no me da la vista, pero puedo rezar, estar a solas con Dios, pasar ratos memorables en ese hablar con Él. Y con mi pobre oración puedo lograr más de lo que podría esperar.
Mi familia por parte de mi papá es hebrea. Soy católico. Crecí con ambas culturas.
Cuando estaba por cumplir 33 años, en medio de una encrucijada, decidí confiar. Y empecé a escalar la montaña de Dios.
Acabo de cumplir 61. He pasado los mejores años de mi vida en esta búsqueda. Y ahora, cada mañana, al despertar me pregunto qué nuevas aventuras me esperan.
Solía pensar que el idioma de Dios era la oración. No importa en qué idiomas rezaras, Él te escucharía. Con los años cambié de opinión. Ahora pienso que el idioma de Dios es el amor. Si amas, estarás siempre en su presencia, pues Dios es AMOR.
Él sustenta nuestras vidas, le da sentido a lo que hacemos y siempre, siempre nos escucha y vela por nosotros.
Cada vez que hablo o escribo de esto, inevitablemente alguien pregunta:
“Si Dios es amor, por qué las tragedias, por qué permite esto y aquello?”.
Podría responder que “tenemos libre albedrío”, pero la verdad es que no lo sé. No tengo respuestas a muchas inquietudes. Por eso sencillamente rezamos y confiamos en Dios, como un niño pequeño que confía en su padre. Muchas veces éste no entiende, no sabe, ni pregunta, pero va feliz con su papá a donde lo lleve. Es lo que me ocurre con Dios.
Me gusta mucho este sabio consejo del Padre Pío, que me ayuda a continuar, a pesar de todo:
“Reza, espera y no te preocupes. La preocupación es inútil. Dios es misericordioso y escuchará tu oración… La oración es la mejor arma que tenemos; es la llave al corazón de Dios”.
Ahora, cuando tengo un problema muy serio:
Rezo, confío y me abandono en la infinita Misericordia de nuestro Dios.
¿El mundo está hecho un caos? Reza y confía.
¿Te han decepcionado? Reza y confía.
¿Que tienes muchos problemas? Reza y confía.
La oración te fortalece y la confianza en Dios te ayuda a superarlo todo.
Dios NUNCA te va a defraudar.
¡Ánimo!
¡Dios te bendiga!
………
¿Conoces los maravillosos libros de nuestro autor Claudio de Castro? Queremos recomendarte que los leas. Son un abrazo para el alma, consuelo en los días difíciles, una bocanada de aire fresco. Haz “CLIC” aquí y podrás darles una mirada.