Existen. Y están con nosotros, a nuestro lado. Son todo amor y bondad. Nobles e inteligentes. Nos cuidan, velan nuestros pasos y nos hacen llegar bellas inspiraciones celestiales. ¿Su trabajo? Llevarnos al cielo, que no perdamos el camino.
Son los ÁNGELES CUSTODIOS o Ángeles Protectores. Cada uno de nosotros tiene un Ángel de la Guarda asignado por el mismo Dios.
Sabemos que ven el rostro de Dios. “Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus Ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial”. (Mt. 18,10)
Leyendo las biografías de grandes santos de nuestra Iglesia, descubres una devoción particular por sus Ángeles Custodios. Padre Pío tenía una relación muy personal con su Ángel y lo enviaba constantemente a hacerle favores. Y a santa Gema Galgani hasta de cartero le servía su Ángel Custodio. Es impresionante lo que pueden hacer por nosotros estos amigos celestiales. Hay miles de testimonios alrededor del mundo.
El Catecismo de la Iglesia nos dice: (328) “La existencia de seres espirituales, no corporales, que la sagrada Escritura llama habitualmente ángeles, ES UNA VERDAD DE FE”.
Un santo solía cruzar las puertas de las casas dejando un espacio entre él y el marco de la puerta.
―¿Por qué lo haces? ― le preguntaron en una ocasión.
―Es para que pase mi ángel custodio. Hacerlo me recuerda que estoy en su presencia y que me acompaña a donde voy.
La santa Biblia los menciona constantemente en el Antiguo y el Nuevo Testamento. Los ángeles servían a Jesús, lo consolaron, un Arcángel dio a la Virgen María la Noticia que sería la Madre de nuestro Salvador.
Recuerdo que de niño solía dejar un espacio en mi cama al acostarme a dormir, para que mi ángel pudiese recostarse en caso de sentirse cansado. En mi mente infantil lo veía como un amigo y compañero. Y me preocupaba por él.
Hablamos no de personajes ficticios descritos en las novelas y las fábulas. Los ángeles son seres espirituales, con voluntad, PODER e inteligencia, creados por Dios.
Cada vez que una persona es concebida, el buen Dios envía un ángel para que lo proteja y acompañe en el camino de su vida.
Son seres inteligentes, con gran PODER, que pueden hacer mucho en nuestro favor. Nos libran constantemente de innumerables males y peligros, llevan ante Dios nuestras oraciones, y nos sirven de formas que ni siquiera imaginamos.
Me parece que fue Don Bosco quien cuenta la historia de este obrero que cayó de un andamio altísimo hacia una muerte segura. Invocó gritando a su Ángel Custodio, implorando su auxilio y cayó con suavidad sin que nada le pasara.
Hace unos días me encontraba tomando unos días de descanso en familia y surgió el tema de los Ángeles Custodios. Y cada uno fue narrando alguna anécdota, un testimonio o alguna historia que escuchó sobre sus acciones en medio de nosotros y cómo nos protegen del mal. Fue entonces cuando escuché la historia más asombrosa que alguna vez me contaron. Y decidí escribir un libro recogiendo anécdotas y testimonios sorprendentes. Se titula: “MI ÁNGEL”.
Se lo debía a mi Ángel Custodio. Le ha causado muchos dolores de cabeza y hago a veces casi imposible su trabajo. Esta obra es mi forma de agradecerle tantos y tan bellos gestos que desde que era niño ha tenido conmigo, cuidando mis pasos, aconsejandome, mostrándome el camino.
Quisiera terminar con esta bella oración de la infancia que nos ayuda a mantener fresca la devoción a nuestros Ángeles Custodios. Y que aún de grande suelo rezar.
“Ángel de la Guarda, mi dulce compañía no me desampares, ni de noche ni de día. Si me desamparas, ¿qué será de mí? Ángel de la Guarda, pide a Dios por mí”.
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Queremos presentarte el NUEVO LIBRO de nuestro autor Claudio de Castro: “MI ÁNGEL”. ¿Te gustaría darle una mirada? Te mostrará lo que pueden hacer por nosotros nuestros Ángeles Custodios. Te lo recomendamos.
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