Son las 8:00 a.m.
Creo que te lo he contado, todas las mañanas vengo al patio interior de mi casa, y me siento a escribir. Así empiezo mis días.
Trabajo desde mi casa haciendo lo que siempre quise. Veo mi sueño hacerse realidad.
Me encanta este sentimiento de poder hacer algo por los demás, aunque sea en lo poco, compartiendo mis experiencias. Me he dedicado a escribir porque ese fue mi sueño desde joven. Poder vivir de lo que escribo. Llevar esperanza con palabras de aliento.
No fue fácil. Todo comienzo exige tiempo, dedicación, constancia… Tuve que superar muchos obstáculos: mis dudas, la falta de recursos, la incomprensión, dejar de escuchar unas voces a mi alrededor que me repetían que nunca podría lograrlo, esas que te aseguran: “No puedes hacerlo”.
Empecé a escuchar la voz del corazón porque es allí donde te habla Dios.
Inicié el camino persiguiendo mis sueños lejanos. Rendirme no era una opción.
Y aquí estoy. Trabajo desde mi casa, tengo libertad de movimiento y cada día me siento más feliz, agradecido con Dios. Es un sentimiento a veces difícil de explicar, estoy sorprendido de haberlo intentado, por no rendirme en medio de la lucha ante la adversidad.
Con el desempleo, cada día es más común ver personas que se deciden a trabajar en sus casas. Tengo varios vecinos que lo hacen y les va de maravilla. La vida da muchas vueltas y en ocasiones te muestra senderos que nunca pensaste recorrer. Pienso que todos podemos aportar al hogar si nos lo proponemos.
Me gustaría compartirte mi experiencia con 6 consejos sencillos y prácticos que me sirvieron y te pueden ayudar, sobre todo si perdiste tu empleo y no logras conseguir otro, o si tienes un espíritu emprendedor y no deseas trabajar para nadie.
- No tengas miedo, tú puedes. Te va a ir bien.
Nuestro peor enemigo es el miedo, porque te paraliza. Una actitud positiva te dará muchas ventajas sobre tu competencia. Te mueve a perseverar y nunca rendirte. Si pones a Dios en medio, todo será más sencillo.
2. Busca una necesidad, algo que puedas suplir, un servició o un bien. Los tiempos han cambiado y cada día se trabaja más por medio del Internet. Esa ola te llevará muy lejos.
Mi hermano Henry es el comerciante de la familia. Suele decirme: “Encuentra una necesidad y encontrarás un negocio”.
3. Elige en tu casa un rincón, una esquina, un lugar que no uses y haz de él un pequeño santuario, que sea acogedor, donde te sientas a gusto, que esté iluminado. Va a ser tu oficina.
Puede ser un armario, un rincón de tu habitación, el espacio sobrante debajo de la escalera, un pasillo. Sé creativo. Estoy seguro que lo encontrarás. Luego píntalo con colores alegres, que no cansen la vista. Decóralo con entusiasmo, a tu gusto. Disfruta lo que haces. Estás por emprender algo grande que cambiará tu vida.
4. Parecerá algo insignificante, pero no lo es… Procura conseguir una silla “muy cómoda”. En ella pasarás muchas horas sentado. Debes estar a gusto para poder producir. Es una inversión, no un gasto. Te lo aseguro por experiencia propia. No imaginas las dificultades que pasé al principio por no contar con una buena silla.
5. Cree en tu sueño, en tu capacidad de superar los obstáculos, en tu proyecto… y con alegría emprende los primeros pasos.
No tengas miedo, ¡Animo! Dios va contigo.
Cuando empecé a escribir y publicar mis primeros libros, me llenaba de dudas, a menudo las cosas no marchaban como yo lo esperaba. Mi esposa Vida me animó en cada etapa y aún suele decirme: “El mundo es tu cliente”.
Ahora me doy cuenta que siempre tuvo razón.
Hoy mis libros se encuentran en 15 países y empiezan a ser traducidos a otros idiomas.
6. Cuéntale a todos lo que haces, comenta con “entusiasmo” tu proyecto, crea expectativas, empieza con el pie derecho y usa las redes sociales a tu favor.
Ahora, Ánimo! Es hora de empezar.
Espero que lo logres y termines siendo una de esas personas emprendedoras que se atrevió, dio el paso y conquistó sus sueños.
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Hoy celebramos a...