Nos acercamos a la final del Mundial de Rusia. El próximo domingo, Francia y Croacia reunirán a más de medio planeta alrededor del televisor para participar, cada uno desde sus posibilidades, de uno de los momentos deportivos más importantes a nivel planetario. Sin duda, las selecciones que han llegado han sido merecedoras de tal final, al menos desde mi criterio. Han sido dos de los equipos que han demostrado mejor fútbol y mayor fortaleza en todos sus partidos. Han tenido momentos más brillantes y momentos más oscuros pero para llegar ahí, hay que saber pasar por todo eso.
El caso es que es fácil comprobar que Croacia suscita simpatía entre muchos de los que no somos ni franceses ni balcánicos. Y el otro día me dio por pensar cuál era la razón para que esto fuera así.
Lo primero es que teniendo grandísimos jugadores, muchos de ellos en los mejores clubes de Europa, no se percibe en ninguno de ellos la cultura del líder mediático. No hay en ellos rastro de peinados extravagantes, gesticulación llamativa, aires de grandeza, soberbia futbolística… Y se agradece. Cansado estoy de Neymares y Cristianos Ronaldos. Nada tengo contra ellos en lo personal pero no me gusta su manera de entender esto.
Lo segundo es su actitud en el campo. Ver a un equipo con esa solidaridad, con esa entrega y, a la vez, con técnica y táctica, da gusto. Un equipo que sale a jugar, a ganar, sin creerse más que nadie, pero tampoco menos. Una actitud encomiable que ha sido una de las claves para llegar hasta el final.
Y, por último, el puntito de suerte que permite mantener viva la ilusión de todo un pueblo. Un pueblo encuadrado en uno de los lugares más complejos del planeta, conocido como enjambre de disputas, tensiones y guerras. A veces el deporte llega para curar heridas, para restañar rasguños, para devolver esperanza y orgullo. Este puede ser el caso.
Ojalá veamos un gran partido y ojalá que gane el que mejor juegue. Ojalá no se la jueguen a penaltis. Ojalá no haya errores arbitrales. Y si se me permite un deseo más, ojalá que gane Croacia.
Un abrazo fraterno
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