Reconozco que crecí en una sociedad bien distinta a la actual, en lo que se refiere también a la vivencia de lo religioso. Recuerdo con cariño como, llegadas estas fechas, las programaciones de las distintas cadenas de televisión (no había tantas como ahora), se llenaban de películas, series o documentales que “tenían que ver” con la Semana Santa. De aquella fue cuando vi por primera vez películas como “Jesús de Nazaret”, “La Historia más grande jamás contada”, “Rey de Reyes”, “Ben-Hur”, “La túnica sagrada”, etc.
Ahora mucho han cambiado las cosas y sólo es posible acceder las películas o series que uno tenga en casa ya que las televisiones no suelen programar demasiado este tipo de filmes. Pero no sólo han cambiado ahí las cosas porque en casa el ambiente no es exactamente igual que el que yo respiraba hace 30 años. En casa no hay el mismo ambiente porque el ambiente religioso actual tampoco es igual de puertas para adentro, ni de puertas para afuera.
Mis hijos están acostumbrados a ir de Pascua y creo que van creciendo poco a poco en religiosidad, espiritualidad y fe. Nosotros ayudamos y compartimos ese camino que, cada uno, va realizando con Dios. Pero la intensidad de esta Semana, por ejemplo, está puesta en focos distintos a los que yo viví en mi infancia. Ya no hay tanta intensidad en los viernes de cuaresma, ni en ver este tipo de películas… en cambio viven con más intensidad las celebraciones del Triduo y se acercan de otra manera a los misterios de la fe de esos días. Yo los viví más “institucionalmente” y ellos los viven con mayor cercanía. Las sensibilidades son distintas y eso se nota en todo.
No soy de los que piensan que tiempos pasados siempre han sido mejores. El tiempo que vivimos actualmente es, realmente, una oportunidad para afrontar la Cuaresma y la Semana Santa con profundidad y en familia. La indiferencia exterior, la ausencia muchas veces de religiosidad social, se ve compensada con una vivencia personal y familiar mucho mayor. La Semana Santa se celebra en casa y la celebramos juntos porque optamos por ello, porque creemos en ello, porque es el momento más importante como cristianos… y no porque el entorno nos lleve a ello. ¿Dificultades? Claro, sin duda. Hay aspectos que uno echa de menos y que eran positivos seguramente… pero tal vez la lucha no está en recuperarlos sino en descubrir por dónde nos está conduciendo el Espíritu actualmente y cómo está transformando su Iglesia en silencio.
Ojalá estos días sean celebrados con emoción. Es el amor lo que está en juego. El amor de Dios por cada uno, incondicional y gratuito. Es la vida la que se manifiesta en toda su grandeza. Es, en definitiva, el núcleo del ser humano y de Dios mismo lo que es celebrado, actualizado y testimoniado.
Un abrazo fraterno – @scasanovam