Mi hijo mayor tiene la costumbre de medir el tiempo que duran las homilías de las misas. Para él, es lo que diferencia a una misa “guay” de un misa “peñazo”. Esta intuición, que puede parecer demasiado infantil, tiene su miga y su interés. Ojalá muchos de nuestros curas realmente se lo tomaran en serio.
“La homilía es la piedra de toque para evaluar la cercanía y la capacidad de encuentro de un Pastor con su pueblo. De hecho, sabemos que los fieles le dan mucha importancia; y ellos, como los mismos ministros ordenados, muchas veces sufren, unos al escuchar y otros al predicar” Papa Francisco
La homilía es el momento más libre de un sacerdote para, en la celebración de la Eucaristía, dirigirse a su comunidad presente con sencillez, cercanía y frescura. Es cuando más libertad tiene para expresarse, hablar y predicar. Sin duda es una oportunidad, pero no una oportunidad banal y falta de sentido, no. No se trata de que el cura caiga simpático, haga reír o, tan siquiera, haga que la misa sea cortita para que los que, como mi hijo, esperan ligereza, se vayan contentos a casa. La oportunidad es tal porque, a través de la predicación, el cura puede ser instrumento de Dios para llegar a los corazones de sus fieles. El Señor Jesús predicaba y venían a escucharle de todas partes. Y así, el Señor les hablaba del Reino, que ya estaba entre ellos. Pues eso.
La homilía es la continuación del diálogo comenzado con la lectura de la Palabra entre Dios y los allí presentes. Es más diálogo que catequesis. No se trata tanto de explicar las lecturas como de intentar que esa Palabra de Dios llegue y apasione a los corazones de los fieles. Para ello, el cura debe conocer bien a su comunidad. Para ello, la comunidad sería bueno que fuera tal y no, simplemente, un grupo de personas que escuchan juntas la misa para cumplir cada domingo.
Mi hijo demuestra que las personas intuimos cuando las cosas valen la pena y cuando se han ido de madre. Si es muy larga, malo. Si se mete en muchos jardines, malo. Si se sale de la Palabra y es más un speech político, malo. Si es una relectura de las lecturas, malo. Si es sosa, aburrida y soporífera, malo. Así que, ánimo pastores. No queremos pasarlo bien en ese rato, pero sí buscamos fuego, chispa, viento, Espíritu. Queremos que nos habléis de frente, que nos interpeléis, que nos llevéis a Jesús, que no nos dejéis indiferentes. Domingo a domingo. Entre 5 y 10 minutejos. ¿Es posible?
Guardo grato recuerdo de las homilías de D. Antonio Roura, párroco de S. Jorge en A Coruña. Me encanta escuchar a Vicente Esplugues por YouTube. Me gustan las preguntas lanzadas siempre, desde su vivencia personal, por el P. Manel, escolapio. Homilías que conectan conmigo, que me sirven, que dejan poso, que mantienen vivo el diálogo que Dios siempre quiere conmigo. Diferentes estilos que demuestran que aunque hay personas con más capacidades para hablar delante de la asamblea, hay otros que llegan desde la pequeñez y sin grandes aspavientos.
Ojalá mi hijo mayor sepa también comenzar a disfrutar de aquellas que le merezcan la pena. Y las que no, escucharlas, intentar sacarles partido y aceptar el sopor como parte del seguimiento como discípulo del Señor.
Un abrazo fraterno – @scasanovam