Ser uno mismo no es fácil, pero la batalla merece la pena.
Parece una obviedad, pero tantas veces renunciamos a ser quienes verdaderamente somos…
En el trabajo, con los amigos o en casa. Son tantas las veces que buscamos soluciones a nuestros problemas o gestionamos situaciones personales, con las recetas de otros…

En mi opinión, el primer paso es descubrir quién eres, ser consciente de cuáles son tus puntos fuertes y cuáles tus flaquezas para poder definir un modo de actuar con el que te sientas cómodo y puedas sacar todo tu potencial.
A menudo decimos que es en la familia donde todos podemos ser nosotros mismos con más facilidad, porque es donde se dan las condiciones y la seguridad para ello. Sin embargo, últimamente siento la necesidad de que «mi feminidad», mi manera de ser yo misma, se respete de manera especial en casa. Tengo la impresión de que cuando mi mano izquierda se confunde con falta de firmeza o cuando se trivializa mi intuición o mi capacidad para observar a los míos, algo de mi esencia se pierde. Y es una pena, porque es precisamente eso, mi esencia, lo más valioso que puedo ofrecer al mundo.
«Ir a una» en la educación de los hijos siempre es un reto, pero es una pena que al intentar lograr este objetivo, sacrifiquemos la riqueza que siempre supone contar con psicologías complementarias.
No soy experta en educación, pero del mismo modo que no hay un itinerario único para transmitir el gusto por la lectura, educar en ciertos valores, lograr que los niños coman bien o respeten a sus mayores, podemos encontrar fórmulas diferentes que resultan exitosas, o métodos impecables que fracasan cuando alguien no quiere aprender o no quiere dejarse ayudar.
Por otra parte, he comprobado en carne propia que cuando intento resolver las situaciones a las que me enfrento a diario en el trabajo o en mi familia, con los esquemas de otros, pierdo reflejos y recursos. Y es lógico porque solo yo sé que hasta dónde puede llegar mi paciencia, mi perseverancia o mi creatividad, por poner solo un par de ejemplos.
Cuando hablamos de dejar que la mujer sea mujer, de la manera más auténtica que seamos capaces, no nos olvidemos de que esta batalla también se libra en el hogar. @amparolatre