“Los padres que no jugaban con sus hijos”. Éste es el titular de un artículo que habla de un informe sobre conciliación. Un poco fuerte ¿no?
No me gusta. Creo que la frase no responde a la realidad y que además puede acentuar el sentimiento de culpa de muchos progenitores.
Ser padre es estresante, cansado, a ratos complicado y a pesar de las preocupaciones, gratificante. Esa es mi experiencia. A día de hoy, la mejor de mi vida, sin ninguna duda.
Pero en torno a ella se dicen muchas cosas que no comparto. Creo que los padres de esta generación están mucho más presentes y juegan más con sus hijos que los padres de generaciones anteriores. Por eso, me parece que no es bueno -porque no hace bien y porque no responde a la realidad- decir que, en términos generales, los padres de hoy en día no juegan con sus hijos.
Como los padres de todos los tiempos, no somos perfectos, cometemos errores, pecamos de esto o de aquello. Y sí, puede que algunos deseen pasar más tiempo con sus hijos. Yo, más que pasar más tiempo, lo que desearía es ser más hábil para enfadarme o gritar menos. Me gustaría que jamás se me escapara nada que hiriera su sensibilidad, porque a veces se me escapa y eso me entristece.
Luego pienso que también mis padres en alguna ocasión me hirieron a mí, sin que eso sea lo representativo de mi infancia. Como adulto, no se me ocurre echárselo en cara. Porque lo que recuerdo es que siempre se preocuparon y ocuparon de mí. Lo que me queda es su capacidad de sacrificio para anteponer mis intereses a los suyos o esos consejos que me han servido para tomar decisiones, a lo largo de toda la vida.
Creo que siempre es enriquecedor hacer autocrítica y que cuando algo en nuestro interior nos indica que debemos trabajar menos o jugar más, hay que hacer caso a esas señales de alarma. Siempre es buen momento para reconducir nuestra vida y encontrar ese punto de equilibrio, si lo hemos perdido. Pero no me parece que la manera sea hacer sentir culpables a los padres de este modo, porque si echamos la vista atrás, su presencia y su implicación en la educación de los hijos, no ha hecho otra cosa que crecer en los últimos años. @amparolatre