De profesión soy periodista. Mujer de radio, aunque también colaboro con medios escritos y digitales. Pero lo que verdaderamente me define son ellos, Ángel, Irene y Sara. Y él…. mi marido.
Sin él gritaría más, me bloquearía cada vez que las preguntas de política, sexo o religión salen en la sobremesa (esto es a diario) y no tendría a quién mandarle SOS por whatsapp para resolver algún que otro problema de matemáticas.
Dicen que lo que no se comparte se pierde. Por eso estoy aquí, para contaros cómo es mi día a día con hijos. Con sus alegrías, sus penas, sus situaciones divertidas y esas que te dejan el corazón encogido. Porque la vida con niños da mucho juego. Es lo más interesante, estimulante y emocionante que se me puede ocurrir. No es fácil, es muy cansado, la sociedad nos pone muchas piedrecitas en el camino, pero como le digo a mi hija mayor, Irene, que no descarta ser aventurera, para mí, el día a día con ellos es mi historia de aventuras favorita.
Gracias a ellos he desarrollado mi creatividad al máximo, he batido mi propio récord en número de perros y helicópteros dibujados por día, me he convertido en una experta en bronquiolitis y sobre todo… he descubierto que todavía se puede mucho cuando parece que una ya no puede más. Acordaos de esta frase. No la he leído en ninguna página de citas célebres. Es muy mía, pero sé que algún día rodará por Internet, con un fondo bonito y una imagen sugerente.
Todavía se puede mucho cuando parece ya no se puede más, porque cuando están ellos, rendirse no es una opción.
No es mi intención ofrecer una imagen en exceso edulcorada de la familia, pero -aviso desde el principio-, las miserias se quedarán fuera de este espacio. Porque compartirlas ni construye, ni aporta nada.
Los protagonistas en “El lío madre” serán ellos. Sara que a los tres años se ha estrenado como colegiala y ha descubierto el maravilloso mundo de la vida social. Irene, que tiene ocho pero con la que mantengo conversaciones de adulto y Ángel, con quien estamos descubriendo el “maravilloso” mundo de la adolescencia y que sufre en su interior todos los dilemas y las batallas propias de su edad.
Los días para nuestros hijos no siempre son fáciles de vivir. Tienen momentos gratos y otros bastante difíciles de gestionar. Lo más complicado que hacemos los padres no es curar las rodillas, sino las heridas del alma. De todo ello hablaré en el blog.
Porque mis hijos llevan tatuado en la piel que deben ser amables siempre y compartir siempre, que no se insulta ni se pega jamás y que por supuesto hay que perdonar, porque en casa las oportunidades de volver a empezar no se agotan nunca, pero claro ¿cómo sobrevivir en el patio del colegio sin renunciar a sus propios principios?
Acompañarles, tratar a cada uno de ellos con la mayor delicadeza de la que soy capaz (a los Reyes Magos he pedido una dosis extra) y ayudarles con las dificultades con las que se van encontrando en la vida es sin duda, lo que da sentido a mi vida.
Mucho lío, pero del bueno, todas las semanas, en “El lío madre”. @amparolatre