El final de curso siempre es muy «achuchado»; siempre muy tremendo.
A lo mejor para ti no, pero para mí viene siendo así desde hace mucho tiempo. En el colegio los exámenes y los trabajos pesan más en junio porque todos estamos más cansados.
Pero en el trabajo la situación no es más sencilla. Son días de cambios, de anuncios de buenas y malas noticias. Esta mañana además tocaba cambiar mobiliario y había compañeros embalando cosas que clasificaban con pegatinas de «muy frágil».
Una compañera con mucha chispa se ha puesto una en la solapa y a mí me ha faltado tiempo para coger otra. En cuanto he llegado a casa me la he colocado en la camisa y después en la camiseta del pijama. Y con ella he terminado el día.
Mis hijos dicen que estoy fatal. Y yo no lo descarto porque el final de curso termina trastornándonos un poco a todos.
Pero hoy, con un poco de guasa quiero reivindicar mi pequeñez y recordarle a todo el mundo que aunque me haga la dura e intente llegar a demasiadas cosas, «soy frágil». Estoy cansada de funcionar como una máquina y hacer como que las cosas no me afectan. Acuso la falta de amabilidad, los gritos y me siento fatal cuando solo me cuentan las cosas malas de mis hijos o alguien está serio conmigo. Me afecta el dolor de los demás o saber que voy a dejar de ver a gente a la que quiero mucho. En momentos así puedes ponerte la coraza o decidir no gastar energías en ello y permitirte llorar, no sonreír si no te apetece o reconocer que sí, tengo cara de cansada, porque estoy cansada.
Una de las cosas que más me gustaba oírle decir a mi marido cuando éramos novios era que cuando le mostraba mi fragilidad todavía me quería más.
Hoy me vienen estas escenas a la memoria, quizás también porque mañana celebramos nuestro aniversario de boda. Y comparto esta intimidad porque quiero que la lean mis hijos -que me leen a menudo- y que están aprendiendo a diferenciar la verdadera amistad de la que no lo es. Ojalá se animen a compartir sus debilidades y disfrutar sintiéndose queridos y aceptados a pesar de ellas. Esa es la clave para saber quiénes son aquellos que merece la pena tener cerca.
Ya está aquí el final de curso, como siempre con presiones, tensiones y mucho trabajo. Ojalá sepamos, en medio de este ambiente tan desagradable que se repite cada año, tratar a todos los que tenemos cerca sabiendo que somos frágiles. @amparolatre