Si algo caracteriza a los finales de curso son los festivales y las jornadas de puertas abiertas en las que los niños muestran todo lo que han aprendido a lo largo del curso.
Lo normal es que ellos lo vivan con mucha emoción mientras los padres pedimos favores a los compañeros de trabajo, nos quedamos sin comer o directamente tiramos de los días de vacaciones para poder compartir con ellos estos momentos tan especiales.
He de confesar que este año, por primera vez, hemos cortado por lo sano. Mis hijas no asistieron a uno de los festivales. Cada uno sabe hasta donde puede llegar y hubo un momento que la agenda se me hacía bola. Así que pensé que a grandes males grandes remedios. Las dos reaccionaron muy bien, no ha habido ningún trauma, hemos simplificado considerablemente el estrés de fin de curso y hemos ganado en tranquilidad.
Dicho esto, lo que quiero mostraros hoy es un vídeo que me ha llamado la atención y que se ha hecho viral en los últimos días a propósito de los festivales de fin de curso a los que seguro que habrás ido en el último mes, si tienes hijos.
Como decía, lo más frecuente es que los niños lo vivan con muchísima ilusión. Pero si son muy pequeños y se enfrentan por primera vez a una experiencia así, también puede suceder que se bloqueen. Es el caso de la niña del vídeo.
Es la primera vez que veo una reacción así de un padre y me ha emocionado. Olé por este padre, que sale al rescate de su hija exponiéndose de ese modo delante de tanta gente. Su reacción muestra muchas cosas bonitas y necesarias en la vida de cualquier niño, pero también de cualquier hombre: empatía, ternura, apego, valentía, implicación en la educación de sus hijos…
Seguro que a vosotros se os ocurren muchas más. A mí me transmitió ante todo mucha ternura. Pero al ver el vídeo por segunda vez caí en el cuenta de que el padre se sabía a la perfección la coreografía del baile. Es decir, no solo tuvo el reflejo de subirse al escenario para darle a su niña la dosis de seguridad necesaria para superar el pánico escénico; sino que había estado junto a su pequeña ensayando los pasos días y días. Tanto es así que controlaba a la perfección lo que debía hacer en cada momento.
Y claro, al final pasó lo que tenía que pasar. Que bastaron unos minutos para que la niña de apenas tres años recuperara la calma y poder terminar la puesta en escena con sus compañeras.
Nada como sentirse acompañado para superar las dificultades de la vida, ya sean pequeñas o gigantes. Bien por esta niña que superó el miedo y la vergüenza. Bien por este padre -del que me declaro fan absoluta- que ha dado a muchos una gran lección. @amparolatre