Ya lo avisé hace unos días. Con la llegada del Adviento, empieza la temporada de anuncios que nos invitan a dejar a un lado aquellas cosas que son secundarias, para centrarnos en lo que es verdaderamente importante.
El anuncio de Ikea con el lema “Familiarizados” propone que desconectemos de todos esos dispositivos que nos roban tiempo, para que conectemos con nuestros seres queridos.
El mensaje ha levantado ampollas en mucha gente, que no admite que nadie le diga lo que tiene que hacer y menos una marca. Así que las redes están cuajaditas de comentarios a favor y en contra del spot. Y yo no voy a ser menos.
A mí no me gusta que me hagan sentir culpable sin motivo, pero intento ser autocrítica para mejorar aquello que puedo cambiar. Y para esto toda reflexión es bien venida.
Creo que si el anuncio de Ikea escuece es porque en parte tiene razón. Si saltan chispas es porque han dado en el clavo. Quien no quiera que no lo admita, pero que piense en su fuero interno si conoce todos los desvelos de su pareja, si logra conectar con sus hijos o si está cuidando como desearía a sus padres.
Decir que muchos llevamos un ritmo que no es el ideal o que trabajamos demasiado no es desvelar ningún misterio. Y en muchos casos es inevitable. La vida de las familias no es fácil. Hay que esforzarse mucho para poder atender los gastos cotidianos y las empresas no siempre lo ponen fácil para conciliar. Si además vives lejos de la familia, la cosa se complica. Pero esto es así y poco podemos hacer más que sobrellevarlo y sentirnos cerca de ellos, precisamente tirando de las oportunidades que nos brinda la tecnología.
Pero ¿el estrés es siempre inevitable? Pensadlo. Muchas veces nos complicamos la vida nosotros solitos, cuando lo verdaderamente inteligente sería decir “no” a determinadas propuestas, o priorizar.
Que levante la mano el que a diario no pierde un poco el tiempo con las redes sociales o viendo vídeos que llegan al whatsapp.
Que levante la mano quien no ha compartido una preocupación con su compañero de trabajo, pero al llegar a casa, por pereza se lo calla.
Que levante la mano quien no se siente un poco aliviado cuando la casa está en silencio y en paz aunque la razón sea que cada uno está con su táblet encerrado en su habitación.
Cada uno es cada uno, “y hace sus cadaunadas” -que decía mi abuela-. Cada uno sabemos qué cosas deberíamos cambiar y cuáles debemos sobrellevar lo mejor posible, porque no queda otra. No se trata de sentirnos culpables porque sí. Sino de aprovechar la Navidad, un año más, para favorecer el encuentro, para acompañar y sentirnos acompañados, para desvirtualizar las relaciones y mirarnos a los ojos mientras compartimos la vida. Lo que dice Ikea no es nuevo, pero el experimento impacta y no deja indiferente. A mí me ha gustado. Chapeau. @amparolatre