Los padres de Queralt se preparan para la llegada de un hermanito o hermanita. Queralt, que está a punto de cumplir los dos años, entiende a su manera lo que sucede.
Ayer mientras le abrochaba el cinturón de seguridad en el coche su madre le dijo:
- “Queralt, esta sillita del coche se la dejaremos al bebé y a ti te compraremos una nueva, de nena grande. ¿De qué color la quieres?”
- “Roza, mami”.
A la mami en cuestión, que la conozco bastante, el rosa no le gusta ni un poco y ha puesto todo su empeño desde el inicio de su primer embarazo para tener muchas alternativas al rosa como fondo de armario, pero visto lo visto, no le ha servido de mucho. Su “peque” ha sucumbido a los encantos del color por excelencia de las princesas y probablemente en breve pida purpurina y un disfraz de hada. Así es la vida.

Puede que te libres de la ñoñería o que logres manejar la fascinación dentro de cierto orden, pero la fuerza de atracción del rosa es poderosísima y es inútil resistirse a ella.
Mi madre con mucho empeño logró que yo creciera odiando el rosa y el mundo de las princesas. Su trabajo fue sutil y perseverante. Un cuento por aquí, una afirmación repetida por allá, disfraces chulos que apuntaban en otra dirección… Se lo curró y lo consiguió. Cada madre imprime su sello. Y conste en acta que a mí el de la mía me encanta.
Un par de décadas después han sido mis hijas las que han logrado que me reconcilie con la gama de los “chicle” y “fucsia” y lo he hecho con toda paz. No me he resistido en absoluto. Simplemente me he dejado llevar, disfrutando de esta etapa. De hecho tengo hasta una americana rosa.
Es cierto que hay algunos aspectos de la estética Disney que no me atraen. Pero también lo es que en este asunto en cuestión no me van nada las posturas radicales. Mi hija mediana, no tiene un carácter sumiso y es proactiva cien por cien. A pesar de ello pasó su fase “pink”, aunque lógicamente se sentía más atraída por las princesas aventureras tipo “Mérida” que por el resto.
En fin, querida mamá de Queralt. No estés triste si tu hija ha sido víctima de los encantos del mundo Disney. Siéntete afortunada porque tienes una hija absolutamente normal (y créeme, nada mejor que eso a los dos años). Piensa que el universo de las princesas es como un microcosmos, donde ni siempre llevan ellos la iniciativa, ni todo se acaba en la estética. Descubre los valores, que los hay, en lo que ahora atrae a tu hija. Es mucho más eficaz que te metas tu en su mundo y desde ahí le «vendas» tus películas que, que intentes llevarla a ella al tuyo. ¡Beinvenida! @amparolatre