“¡Pedroooooo!”. A la gente de mi generación solo puede venirle a la mente una única imagen con este grito. La de Penélope Cruz en entrega de los Óscar del año 2000.
En mi colección de recuerdos asociados a este grito sin embargo, se suma desde hace unos días la escena de un Papa Noel, que desde su trineo y perfectamente ataviado para atender a los niños en la entrada de un centro comercial, se dirigió así a un amigo que pasaba por allí. Ante el estupor de pequeños y mayores.
Un poquito de por favor a los ayudantes de sus majestades y de Santa, mantengan ustedes la compostura, que la magia de estos días está en parte en sus manos. Menos mal que hasta que nuestros hijos no llegan a esa edad en la que tienen la necesidad de racionalizar cualquier dato o experiencia, durante la Navidad, todo les conduce a la magia. No hay error, ni descuido que la haga tambalear. Pero claro hay errores con los que arriesgamos demasiado.
Pasados ya las días y noches de emoción e ilusión elevada a la máxima potencia, hoy toca recordar los mejores momentos. Quienes tenemos niños sabemos que son impagables; caras y miradas que dicen mucho más de lo que yo pueda intentar explicar aquí y de las que no siempre sabemos disfrutar como deberíamos.
Me quedo con la de Sara, que mientras sus hermanos divagaban las noches previas al 5 de enero especulando cuál sería el regalo que se encontrarían al despertar, ella estaba convencida de que en su caso sería la muñeca-Sirena. “¡Justo la que yo quería!”. Clásica frase cargada de inocencia, que más de uno habrá escuchado.
Me quedo también con el consejo de Irene, que le reprochaba a su abuela, que si no cuidaba a Sus Majestades y a los ayudantes era normal que no le hubieran traído nada: “El truco es poner leche y galletas también para los camellos”. La mañana del 6 de enero veía el Sorteo de Lotería del Niño con su padre mientras éste hablaba de las pocas posibilidades reales que teníamos de que nos tocara algo: “Bueno, papá, como canta Manuel Carrasco, no dejes de soñar”. La banda sonora de nuestra mediana no tiene desperdicio.
Pero el hilo conductor de estos días, ha sido el afán de Ángel, de once años, por proteger a sus hermanas de los “spoilers”. Y vaya si ha tenido trabajo. Entre los comentarios de las cabalgatas de Reyes en la televisión y los descuidos de los ayudantes repartidos por toda la ciudad, el chiquillo ha trabajado de lo lindo.