Aún no nos hemos despedido del verano pero los niños ya están deseando que llegue la Navidad.
Una de las cosas que más les cuesta mientras son pequeños (creo que hasta los 5 ó 6 años aproximadamente) es situarse en el contexto del año y entender cómo transcurren los meses y las estaciones.
Lo veo con mi hija Sara que tiene escrita la carta de SS.MM.RR desde antes del verano. Su hermana mayor, con una paciencia infinita con ella, pero que ya está un pelín cansada de explicarle que aún faltan muchos días para que lleguen los Reyes Magos, ha optado por hacerle un calendario para la habitación, rodeándole el 25 de diciembre, pensando que así dejará de preguntar.

Isabel es más pequeña que Sara, acaba de empezar Primero de Infantil, pero tiene la misma urgencia que Sara para que llegue la Navidad. Hace meses que hace la clásica pregunta: “¿cuánto queda?”
Últimamente su madre ha observado un interés especial en Isabel por recoger hojas del suelo, que luego ordena a su manera y vuelve a repartir mientras pasean por el barrio.
Su comportamiento obedece a un porqué que, como sucede tantas veces con los niños, está cargado de inocencia.
Sus padres le explicaron que cuando termina el Verano, llega el Otoño, se caen las hojas de los árboles y un poco después llega la Navidad.
Isabel ha decidido poner su granito de arena en este asunto y ver si con su ayuda acelera el proceso.
¿No es genial? A mí sí me lo parece.
Últimamente veo niños obsesionados con la Navidad por todas partes. La verdad es que los prefiero así, antes que verlos disfrazados de muertos vivientes. @amparolatre