Una de las experiencias que más me gusta del verano es que suelen aparecer aficiones nuevas. Con la llegada del curso, algunas desaparecen como llegaron, sin más; pero en ocasiones se quedan. Y pueden suponer una oportunidad para crecer que no podemos desaprovechar.
Esto es algo que sucede no solo con los niños, pero hoy pienso fundamentalmente en ellos.
En el caso de Ángel, mi hijo mayor, su afición por la magia cuajó durante un verano. Y estuvimos varios años amenizando las sobremesas con un repertorio cada vez más divertido.
Lo mismo sucedió con el patinaje en mi hija mediana. Se lanzó hace dos años durante el verano y ahí sigue, cada vez que tiene una tarde libre, rodando, cayendo y levantándose. La vida misma.
Este verano, sin embargo, si tengo que pensar en algo bueno, bonito y barato que uno de mis hijos ha empezado a hacer, he de hablar de escribir cartas.
Sí, sí, como lo oís. Muchos dicen que ya nadie escribe, ni recibe cartas. Pero no es así. Mi mediana, que tiene madera de escritora, se ha pasado el verano escribiendo cartas y mirando por la ranura del buzón, para ver si sus amigas le habían contestado.
En este caso, no sé si la afición continuará o la vorágine del curso podrá más. Por mi parte, intentaré promoverla porque me ha encantado verla escribir y decorar los folios; compartir lo que le emociona y lo que le disgusta con alguien que la entiende.
Pocas cosas hay más emocionantes que la amistad. Sobre todo a una edad en la que parece que nadie puede entenderte del todo, justo cuando más necesitas encontrar un alma gemela.
Irene está descubriendo la amistad con mayúsculas y a mí me resulta emocionante ver el bien que un buen amigo puede hacer en el corazón de cualquier persona. Así que voy a cruzar los dedos y a soñar despierta.
El hecho de que la relación se esté cocinando a ritmo de carta, tiene un valor añadido, el de la espera.
En un momento en el que se supone que todos estamos permanentemente conectados para leer y contestar al instante cualquier ocurrencia que vibre en nuestro bolsillo, aprender que las cosas más valiosas de la vida requieren tiempo me parece una lección interesante. ¿No os parece?
Hacía mucho tiempo que no compraba sobres. A partir de ahora tendré que tener unos cuantos a mano. @amparolatre