Sucedió en cuestión de segundos. Pasaron de estar aburridos a colocar la tablet en el atril del piano y sentarse a intentar una y otra vez tocar la banda sonora de una serie que les gusta.
Y al final lo consiguieron. Ante la atenta mirada de Sara, que con su sombrero de Pepa Pig, que no se quita ni para dormir la siesta, no quería perderse la fiesta.

En casa nos gusta la música. Yo fui unos años al conservatorio y a los niños intentamos ofrecerles todas las oportunidades que tenemos a nuestro alcance para que tengan formación musical y puedan disfrutar expresando lo que sienten con un lenguaje con el que conectan y les gusta experimentar. El piano con el que yo estudiaba está en casa de los abuelos, así que es de verano en verano cuando ellos comprueban que lo que van aprendiendo durante el curso en clases de guitarra, coro o lenguaje musical, también es útil con el piano.
Ésta es la serie que le gusta ahora a Irene. Como otras series de Disney, no me entusiasma. Pero como en tantas cosas, no todo es negativo. Últimamente, Irene dedica bastante tiempo a ver estas «mini tutoriales» y a intentar aprenderse los temas y tocarlos con su hermano. Éstas son las cosas interesantes que pasan en verano, cuando uno tiene tiempo de sobra para recrearse sin prisa en este tipo de actividades o para aburrirse hasta que salga el genio que cada niño lleva dentro.
Ver a Ángel e Irene sentados rato y rato delante del piano me recordó que el año pasado por estas fechas, dedicaban cada día las horas de más calor a preparar un concierto que cada noche su padre y yo veíamos encantados. En los preparativos, muchas horas de aburrimiento o de diversión; según se mire. @amparolatre