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Cómo confiar en Dios puede ayudarnos a calmar la ansiedad

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Philip Kosloski - publicado el 20/03/25
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La ansiedad es difícil de superar, especialmente si queremos liberarnos de un mal particular o luchamos por algo bueno; pero confiar en Dios puede cambiar esta situación

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Uno de los principales problemas de salud mental en el mundo de hoy es la ansiedad. Millones de personas en todo el mundo la padecen a diario, con pocas esperanzas de cura. Si bien es cierto que puede existir una solución puramente médica para aliviar los sentimientos de ansiedad de alguien, hay ocasiones en que se pueden intentar otras alternativas, como confiar en Dios.

San Francisco de Sales ofrece sus pensamientos sobre la ansiedad en su Introducción a la vida devota.

Confiar en Dios

En primer lugar, explica que la ansiedad tiene en su raíz un objetivo loable:

"La tristeza, cuando se define, es la pena mental que sentimos a causa de nuestras dolencias involuntarias; ya sea que el mal sea exterior, como la pobreza, la enfermedad o el desprecio; o interior, como la ignorancia, la sequedad, la depresión o la tentación. Inmediatamente que el alma es consciente de alguno de estos males, se abate, y así se instala la turbación. Entonces empezamos inmediatamente a tratar de librarnos de él, y a encontrar medios para sacudirlo; y con razón, pues es natural para todos nosotros desear el bien y evitar lo que consideramos malo".

Es perfectamente normal desear algo bueno. A menudo podemos sentir ansiedad debido a una dolencia física que padecemos y que nos impide hacer algo que deseamos.

O podemos sentir ansiedad porque deseamos que nuestra vida sea mejor y nos sentimos solos en este mundo. Sea lo que sea lo que desencadenó nuestra ansiedad, lo más probable es que fuera un buen deseo.

Para san Francisco de Sales, una clave para aliviar nuestra ansiedad es confiar en Dios:

"Si alguien se esfuerza por librarse de sus problemas por amor a Dios, se esforzará con paciencia, suavidad, humildad y calma, buscando la liberación más bien en la bondad y providencia de Dios que en su propia industria o esfuerzos".

Buscar ayuda y acudir a Dios

Esto no quiere decir que no debamos buscar atención médica o llevar nuestra ansiedad a nuestro terapeuta. Sin embargo, sí significa que debemos incluir a Dios en la ecuación e intentar descansar lo más tranquilamente posible en sus brazos.

San Francisco de Sales nos da un ejemplo de cómo confiar demasiado en nuestros propios esfuerzos puede meternos en problemas:

"Sin embargo, nada tiende tanto a potenciar lo uno o a retardar lo otro como el exceso de impaciencia y ansiedad. Las aves que son capturadas en redes y lazos se enredan inextricablemente en ellas, porque revolotean y luchan mucho. Por lo tanto, siempre que desees urgentemente librarte de algún mal, o alcanzar algo bueno, esfuérzate sobre todo por mantener un espíritu tranquilo y reposado, sosiega tu juicio y voluntad, y luego ve tranquila y fácilmente tras tu objeto, tomando todos los medios apropiados para alcanzarlo".

La buena noticia es que Dios tiene un plan para nosotros, y aunque no podamos librarnos completamente de nuestra ansiedad en esta vida, Dios nos ha preparado un lugar en la próxima que estará libre de todas las preocupaciones terrenales.

Necesitamos clamar a Dios y entregarle nuestra ansiedad, pidiéndole que haga todo lo que pueda para curarnos. Él es el Médico Divino y puede calmar nuestro corazón cansado si estamos abiertos a ello.

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