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Farmacéutica y madre de tres niños pequeños cerca de Le Puy-en-Velay, la vida de Assia* se mueve a cien por hora y, como ella misma reconoce, a veces en todas direcciones. Bueno, casi en todas direcciones, porque la dirección sigue siendo la misma. Dios. Nacida en Argelia, vivió allí hasta los 11 años. "Mis padres, que eran profesores, eran ateos aunque procedían de familias musulmanas", cuenta. "Pero el Islam era la religión 'impuesta' en la escuela, a nuestro alrededor y demás. Hacíamos el Ramadán para no llamar la atención". Pero cuando la situación en el país se volvió amenazadora para la familia, a principios de los 90, sus padres decidieron trasladarse a Marsella.
De nuevo en el colegio, sus amigos musulmanes la invitaron a abrir el Corán cuando les dijo que era atea. "Me hice muchas preguntas, pero no me sentía cercana a la enseñanza del Corán, a ese Dios", continúa. Al terminar el bachillerato, se trasladó al centro de Francia, donde estudió farmacia. Allí conoció a Thomas, que años más tarde se convertiría en su marido y padre de sus tres hijos.
Reza a la Virgen para que vele por su hijo
"Creo que la primera manifestación para mí del Espíritu Santo y de la presencia de Jesús en mi vida fue cuando nació Sara", confiesa Assia. Corre el año 2016. Tras un parto complicado, Assia se encontró sola durante dos horas en su habitación sin noticias de su hija. "Mi habitación tenía vista directa a la estatua de la Virgen María y esa noche, durante esas dos horas, recé a María para que velara por mi niña", recuerda. Hoy, Sarah goza de excelente salud. Sin embargo, a pesar de esta primera señal, "dejé de lado mis preguntas, atrapada en el torbellino de la vida de madre joven", prosigue la joven madre.
Luego viene una "segunda señal". Más intensa, más violenta. Mientras estaba sola con sus tres hijos en un coche en 2021, un conductor que se dio a la fuga chocó frontalmente contra ellos. "Cuando vi que el coche venía hacia nosotros, solo tuve tiempo de rezar a Dios para que protegiera a mis hijos. Fue un grito a Él". Al final, todos escaparon con heridas leves. "Ese día, puedo sentirlo, no estábamos solos en el coche". Assia asegura que siempre ha "creído en Dios". "No sabía muy bien quién era ni cómo hablar con él, pero estaba ahí".
Pero un día, su hija mayor, que entonces tenía ocho años, vio la medalla de bautismo de su padre y le preguntó: "¿Por qué yo no estoy bautizada?". "De repente volví a hacer la pregunta y las piezas empezaron a alinearse. Recordé todos esos años, todas esas oraciones sinceras, todas esas 'acciones de gracias' y me dije que sí, que él estaba allí, que ése era el siguiente paso".
El bautismo de sus hijos
Un fin de semana en casa de los padres de una pareja de amigos creyentes y practicantes le dio la oportunidad de plantear todas sus preguntas y las de sus hijos. Mientras se preparaba para el bautizo de sus hijos en 2022, le resonó especialmente una frase del sacerdote: "Solo transmitimos a nuestros hijos lo que tenemos".
"Me di cuenta de que, aunque de niña me daban a elegir, me faltaba algo, creía en un Dios pero no sabía nada de él ni de lo que quería de mí. A través del bautismo quise transmitir a mis hijos mi fe; el amor de nuestro Padre y los valores del amor y la paz".
En 2023, sus hijos fueron bautizados y Assia decidió emprender oficialmente su camino. Este año, como sus padrinos estaban fuera por Pascua, recibirá excepcionalmente el sacramento del bautismo en mayo. "El mismo día que la Primera Comunión de mi segunda hija", se entusiasma.
"Mirando atrás, creo que siempre estuvo ahí, como un susurro que no podía oír", continúa. "Pienso mucho en la imagen de Cristo que llama a la puerta de nuestro corazón, que no fuerza su entrada sino que espera a que le invitemos a entrar en nuestras vidas. Durante todos esos años, mis oídos no oyeron sus golpes hasta que se quedaron sordos". Assia continúa: "Me alegro de que no perdiera la paciencia conmigo".
*se ha cambiado el nombre de pila


