Campaña de Cuaresma 2025
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La Cuaresma es un momento del año litúrgico de la Iglesia en el que nos centramos más intencionalmente en el sacrificio de Jesús en la cruz.
En particular, un aspecto del sacrificio de Jesús es a menudo destacado por una variedad de santos y papas.
San Juan registra que Jesús dijo: " Tengo sed ", durante sus últimos momentos de agonía:
"Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, para que se cumpliera la Escritura, dijo: 'Tengo sed'. Había allí un recipiente lleno de vinagre; entonces, poniendo una esponja empapada en vinagre en un hisopo, se la acercaron a la boca".
Aunque muchos interpretan esto como una respuesta humana básica al agua, la Iglesia a menudo ve en estas palabras un deseo espiritual más profundo.
Sed de amor
El Papa Benedicto XVI destacó el aspecto espiritual de estas palabras en un Mensaje para la Cuaresma de 2007:
"En la Cruz, es Dios mismo quien implora el amor de su criatura: Tiene sed del amor de cada uno de nosotros".
Jesús nos amó tanto que dio su vida por nosotros. El sacrificio de Jesús en la cruz fue la última muestra del amor que siente por la humanidad.
Sin embargo, ese amor no estaba destinado a ser estacionario, sino un don que se recibe y luego se devuelve a Jesús.
Jesús desea que le amemos a cambio.
El Papa Benedicto XVI prosigue su reflexión sobre este retorno del amor:
"La respuesta que el Señor desea ardientemente de nosotros es, ante todo, que acojamos su amor y nos dejemos atraer por Él. Pero no basta con acoger su amor. Es necesario responder a ese amor y dedicarse a comunicarlo a los demás. Cristo 'me atrae hacia sí' para unirse a mí, para que yo aprenda a amar a los hermanos con su mismo amor".
A veces, el paso más difícil de esta secuencia es el de "aceptar" el amor de Jesús por nosotros.
A menudo podemos pensar que somos "poco amables" y que Dios seguramente no nos ama. Sin embargo, eso es mentira de las fosas del Infierno, ya que Dios demostró claramente cuánto nos ama.
Jesús no murió en la cruz solo por sus amigos del siglo I, sino que murió por todos y por ti en particular.
Su amor no está limitado por el tiempo y el espacio y se extiende desde el principio hasta el fin de los tiempos (y más allá).
El reto para nosotros durante la Cuaresma es abrir nuestros corazones a Dios y dejarle entrar. Cuando lo hagamos, seremos más capaces y estaremos más preparados para corresponder a ese amor.


