Es una iglesia blanca con un hermoso tejado rojo, cuyo campanario se eleva orgulloso hacia el cielo. Se alza al borde del mar, intacta en medio de un paisaje de ceniza y desolación. Apareció hace unos días, tras los incendios de Los Ángeles. Las imágenes de casas e iglesias milagrosamente salvadas se propagaron rápidamente por las redes sociales. Esta iglesia roja, en concreto, fue compartida por numerosas páginas de Facebook dirigidas por sacerdotes, pastores y fieles asombrados. En cada publicación, las reacciones se multiplicaban: corazones, manos entrelazadas, palabras de gratitud y asombro. En sus comentarios, los fieles daban gracias a Dios, dando testimonio de su fe renovada ante lo que veían como una señal del Cielo. Sin duda, cientos de personas asociaron esta imagen a sus oraciones. Esta visión contribuyó a fortalecer la fe de algunos de nuestros hermanos y hermanas. Y eso, en sí mismo, es algo bueno.

Imágenes engañosas
Por desgracia, estas imágenes son falsas. Han sido generadas por la Inteligencia Artificial. Son tiempos extraños, con nuevos problemas: ahora descubrimos imágenes no hechas por manos humanas, pero ya no es Dios quien nos las ofrece, sino la máquina.
Como sabemos, la Inteligencia Artificial puede utilizarse para producir imágenes engañosas, capaces de inducir a error al gran público. El lunes 28 de enero, el Dicasterio para la Doctrina de la Fe y el Dicasterio para la Cultura y la Educación publicaron Antiqua et Nova, una nota dedicada a la relación entre la Inteligencia Artificial y la inteligencia humana.
La cuestión de la desinformación, los deepfakes y los abusos se aborda en cinco párrafos. La Santa Sede distingue claramente entre la capacidad de producir contenidos ficticios y la capacidad de utilizarlos intencionadamente con fines de manipulación (n. 87). Tales usos pueden obviamente dañar o perjudicar a una persona directamente objeto del engaño, pero "de manera más general, al distorsionar 'la relación con los demás y con la realidad', los productos audiovisuales falsificados generados por la IA pueden socavar gradualmente los cimientos de la sociedad".

Esperanza basada en una mentira
¿Podría la falsa imagen de una Iglesia a salvo de las llamas distorsionar realmente nuestra relación con los demás y con la realidad? Sí, podría. Ciertamente, rezar ante esta imagen puede parecer algo bueno: damos gracias a Dios, nos maravillamos de su misericordia, nos alegramos al ver que protege a las iglesias. Pero, ¿es apropiada esta oración? ¿Es Dios el dueño de los incendios? ¿Está Él detrás de cada movimiento del mundo y de cada catástrofe natural? ¿Debemos verle alternativamente como el pirómano y el bombero?
La inteligencia artificial es ante todo una herramienta: una extensión de la mente humana, capaz tanto de lo mejor como de lo peor.
No. Las catástrofes naturales son acontecimientos imprevisibles, accidentales. Y, como siempre, ante las ruinas del mundo, el hombre se enfrenta a una elección: ceder a la desesperación o buscar respuestas en el corazón de la fe. Esta imagen de una iglesia indemne parecía encarnar una respuesta, un signo de esperanza. Desgraciadamente, si esta esperanza se basaba en esta imagen, estaba fundada en una mentira.
Ante todo una herramienta
Las revelaciones sobre los abusos ya han sacudido a la Iglesia y nos han inquietado, pero sabemos que la verdad, por dolorosa que sea, nos acerca a Dios más de lo que jamás podría hacerlo una mentira. Frente a estas imágenes que surgen, y frente a la posibilidad de que cada uno pueda pronto diseñar las imágenes que imagina, para disponer de los mejores medios de devoción, los historiadores y críticos de arte, y más ampliamente todos los que estudian el lugar de las imágenes en el corazón de la fe, deben reflexionar.
La Inteligencia Artificial es, ante todo, una herramienta: una extensión de la mente humana, capaz tanto de lo mejor como de lo peor. El Papa Francisco nos recuerda: "Desde los primeros objetos prehistóricos, utilizados como extensiones de los brazos, hasta los medios de comunicación utilizados como extensiones de la palabra, hemos llegado hoy a las máquinas más sofisticadas que actúan como auxiliares del pensamiento" (Mensaje para la 58ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 24 de enero de 2024).
¿Devoción sincera o falsas esperanzas?
A lo largo de la historia, los artistas han aprovechado las nuevas herramientas para enriquecer sus creaciones. Desde la cámara oscura hasta la fotografía, cada avance tecnológico ha sido visto como una "ayuda al pensamiento", un medio para profundizar en la representación del mundo y de lo divino. Hoy, cuentas de Instagram como @sanctified_souls utilizan la IA para compartir cada día imágenes impactantes de santos. Su página se transforma en un auténtico calendario espiritual: rostros inspirados aparecen en nuestras pantallas, bañados en colores vibrantes, con una estética que recuerda a la ilustración contemporánea.

Estos ejemplos demuestran que la IA puede utilizarse para el bien. Todo depende de la intención de quienes la utilizan. ¿Se trata de crear medios de devoción sinceros o de difundir imágenes destinadas a alimentar falsas esperanzas? Ahí radica la diferencia entre el uso ético y la manipulación.
La "indicación" de Sor Faustina
Cuando Jesús se apareció a Sor Faustina y le pidió que reprodujera la imagen de la Divina Misericordia, enseguida se dio cuenta de que no tenía los conocimientos técnicos para hacerlo ella misma. Así que llamó a Eugeniusz Kazimirowski, un pintor profesional que también era masón y miembro de la Logia de los Derechos Humanos de Vilna. Santa Faustina le dictó exactamente lo que había visto, corrigiendo cada detalle para que la imagen final se ajustara a su visión.
En cierto sentido, Faustina fue la primera en producir una imagen por "prompt", nombre con el que se le conoce a la descripción textual que se da a una Inteligencia Artificial para que genere una imagen. Como un artista que sigue las instrucciones de un cliente, la IA traduce las palabras en formas, colores y atmósferas. ¿Los próximos místicos, invadidos por las visiones, utilizarán la IA para dar contenido a sus experiencias? Y si es así, ¿alterará esto la autenticidad de sus testimonios? ¿O, por el contrario, reforzará su capacidad para compartir la belleza que perciben?
Ilustrar la verdad
Existe una delgada línea entre una herramienta al servicio de la fe y otra que podría, por una deriva insidiosa, crear una realidad artificial. Lo importante, sin duda, es permanecer vigilantes: utilizar la IA no para crear milagros, sino para ilustrar la verdad, por humilde y exigente que sea.
Como siempre, la tecnología no es más que un espejo: refleja menos sus propias capacidades que las intenciones de quienes la manejan. En el ámbito espiritual, esto significa una mayor responsabilidad. Las imágenes pueden elevar el alma, pero también pueden engañarla. Frente a estas nuevas herramientas, nos corresponde a nosotros discernir: entre la ilusión y la verdad, entre el asombro sincero y la creencia ciega. Es en esta vigilancia, humilde y lúcida, donde la fe conserva su fuerza y su luz.


