El trabajador sanitario Dalton Cummins entiende de una manera especial lo que atraviesan los pacientes de cáncer más jóvenes a los que atiende como miembro del personal del Hospital Infantil Riley. Al fin y al cabo, él mismo fue paciente hace unos años. Ha luchado contra dos tipos diferentes de cáncer y ha estado en peligro de muerte más de una vez.
Enfermar durante una pandemia
A Dalton, que ahora tiene 24 años, le diagnosticaron linfoma por primera vez a los 19, tras pensar inicialmente que se trataba de una forma más grave de infección por Covid.
Acababa de empezar a estudiar cuando empezó a toser cada vez con más frecuencia, tos que venía acompañada de mucosidad clara. Al cabo de unas semanas sin mejoría, acudió al médico, que primero le diagnosticó covid, y luego un diagnóstico más grave: linfoma difuso de células B grandes. Recuerda que empezó a llorar y el miedo se apoderó de él.
Complicaciones
Siguieron meses de quimioterapia. Mientras tanto, su estado empeoró drásticamente y, en un momento dado, fue ingresado en urgencias debido a varios síntomas de shock séptico. Pasó los 25 días siguientes en cuidados intensivos y los médicos le pronosticaron un 10 % de posibilidades de sobrevivir. Incluso llamaron a su familia para que pasara con él todos los momentos posibles, quizá los últimos.
Venció a la enfermedad y pensó que su calvario había terminado, pero solo unos meses después se enteró de un nuevo diagnóstico: linfoma de Hodgkin. El nuevo diagnóstico le derribó, pero se levantó de nuevo y empezó la quimioterapia.
En mayo de 2021 se sometió a un trasplante de células, seguido de radioterapia y luego quimioterapia de mantenimiento.
Graduado en sanidad
A pesar de todo lo que estaba pasando y del futuro incierto, Dalton era un estudiante diligente. En su día fue un talentoso jugador de baloncesto y pensó en convertirse en entrenador, pero luego decidió estudiar medicina, inspirado por el ejemplo de su hermana. Pero también eligió estudiar en este campo por su propia experiencia.
Este mes de julio empezó a trabajar en la misma sala en la que él fue paciente hace apenas unos años, y fue introducido en el trabajo por la misma enfermera que, hace apenas unos años, velaba por su tratamiento y le animaba cuando estaba más débil.
Esto es lo que Dalton seguramente llevará adelante y hará que el tratamiento de los jóvenes enfermos de cáncer sea un poco más fácil. Le deseamos muchos años más de dedicación y empatía.