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Inspiradoras oraciones de santos para rezar en Adviento

Oraciones para adviento
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Patricia Navas - publicado el 11/12/24
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San Agustín, san Francisco, santa Catalina de Siena, santa Teresa de Calcuta,… cada uno con sus oraciones expresa a su manera su petición a Jesús: ¡Ven!

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“Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela”, canta el rey David en el salmo 63. Cada santo experimenta de una manera original su necesidad de Dios, y en respuesta a ella, en sus oraciones expresa esa gran petición a Jesús tan propia del Adviento: ¡Ven!

San Agustín pide encontrar en Dios la verdad, san Francisco la plenitud, san Juan de la Cruz y santa Teresa al esposo eterno, santa Teresa de Calcuta la verdadera riqueza en cada pobre,…

Sus oraciones ayudan a rezar para pedir a Jesús que venga en la noche. Y pueden inspirar una petición más personal en cada uno para que su presencia acabe con la tiniebla, la soledad, la mentira,…

San Agustín: Ven, suma evidencia

OLD GAL

Ven Tú en mi socorro,
una, eterna y verdadera sustancia,
donde no hay ninguna discordancia, ni confusión, ni mudanza, ni indigencia, ni muerte,
donde hay suma concordia, suma evidencia,
soberano reposo, soberana plenitud y suma vida;
donde nada falta ni sobra: donde el progenitor y el unigénito son una misma sustancia.
Dios, a quien sirve todo lo que sirve, a quien obedece toda alma buena.

San Francisco de Asís: Venga la fruición de ti por siempre

Venga tu reino:
para que reines en nosotros por la gracia,
y nos hagas llegar a tu reino,
donde está la visión manifiesta de ti,
el amor perfecto a ti,
la unión bienaventurada contigo,
la fruición de ti por siempre.

Santa Catalina de Siena: No tardes

Eterna Deidad:
tú eres vida, y yo muerte; tú, sabiduría, y yo necedad; tú, luz, y yo tinieblas;
tú, rectitud perfecta, y yo tortuosidad; tú, médico, y yo enferma.
¿Quién podrá unirse a ti, suma Alteza, Deidad eterna,
y agradecerte tantos y tan infinitos beneficios como nos has otorgado?

Tú mismo te unirás con la luz que infundirás en quien quiera recibirla
y con tus ligaduras atarás a quien se deje atar sin hacer resistencia a tu voluntad.
No tardes, Padre benignísimo; vuelve hacia el mundo los ojos de misericordia.

(Oración compuesta el 14 de febrero de 1379)

San Juan de la Cruz: Yo a ti todo quiero

Yo a ti todo quiero
y ellos no me saben ni pueden decir a todo,
porque ninguna cosa de la tierra ni del cielo
pueden dar al alma la noticia que ella desea tener de ti
y así no saben decirme lo que quiero.
En lugar, pues, de estos mensajes,
tú mismo seas el mensajero y los mensajes

Santa Teresa de Lisieux: Dame un atisbo de dulzura pronto

Amado mío, de tu primera sonrisa
dame un atisbo de dulzura pronto
y déjame, en mi divino delirio
¡ay! déjame esconderme en tu Corazón!…

¡Oh! ¡Qué momento! ¡Qué felicidad inefable
cuando escucho el dulce sonido de tu voz
cuando veo tu cara adorable
resplandor divino por primera vez!

Santa Teresa de Calcuta: Ven a mi corazón

¡Jesús ven a mi corazón,
ora dentro de mí y conmigo,
hazme aprender de Ti cómo orar!

Abre nuestros ojos, Señor, para que podamos
verte a Ti en nuestros hermanos y hermanas.

Abre nuestros oídos, Señor, para que podamos
oír las invocaciones de quien tiene hambre, frío, miedo,
y de quien se siente oprimido.

Abre nuestros corazones, Señor
para que aprendamos a amarnos los unos a los otros como Tú nos amas.

Danos de nuevo tu Espíritu, Señor,
para que nos volvamos un solo corazón y una sola alma
en tu nombre. Amén.

(Orar)

San Carlos de Foucauld: Cerca de mí

Maryja i Józef z Dzieciątkiem

El Tiempo se acerca…
Pero aunque ese día esperado será dichoso, ¡cuán dulce es ya el presente!
Estás ahí, Dios mío, oculto en el seno de María,
estás ahí en esta casita, adorado por Ella y por José y los ángeles.
Llévame con Ellos, mi Señor.

Señor mío y Dios mío, cuando estoy en tu Santuario,
al pie del Tabernáculo, ¿no estás tan cerca de mí
como lo estuviste de san José durante el Adviento?
Cuando Te das a mí en la Santa Comunión,
¿no estás tan cerca de mí, tan en mí, como lo estuviste en la Santa Virgen? 
Dios mío, qué feliz soy, qué feliz soy.

Pero Señor, Te lo suplico, conviérteme,
haz que sea, al pie del Tabernáculo, en la Santa Comunión,
lo que deba ser; que deje de estar indiferente, adormecido ante tu Altar,
que ya no reciba tibiamente tu Cuerpo divino.

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