En presencia de los 21 nuevos cardenales creados la víspera, el Papa Francisco celebró la misa del 8 de diciembre que celebra la “Inmaculada Concepción” de la Virgen María. Pronunció una enorme acusación contra el egoísmo de los países ricos y de una humanidad que no respeta al "padre" ni a la "madre" y "que no quiere tener hijos".
Con un hematoma en la base de la barbilla, la cicatriz de una herida sufrida tras chocar con su mesilla de noche el viernes por la mañana, el Papa Francisco celebró la misa el 8 de diciembre en presencia de 130 cardenales y patriarcas de la Iglesia católica, más de un centenar obispos, 400 sacerdotes y miles de fieles se reunieron en la Basílica de San Pedro.
En su homilía dedicada a la Virgen María, el Papa, de casi 88 años, lamentó que el mundo no acepte el mensaje de la Inmaculada Concepción, "libre de pecado", modelo a través del cual "podemos contribuir a mejorar nuestra vida y mundo". Luego denunció la "presunción de autosuficiencia" de una humanidad que pretende "querer ser como Dios". Y cuestionó el comportamiento de las sociedades contemporáneas.
“¿De qué sirven el dinero en el banco, la comodidad en los apartamentos, los 'contactos' artificiales en el mundo virtual, si los corazones permanecen fríos, vacíos, cerrados? ¿De qué sirven los altos niveles de crecimiento financiero en los países privilegiados si la mitad del mundo está muriendo de hambre y de guerra, y el resto permanece indiferente? ¿De qué sirve viajar por el planeta si luego cada encuentro se reduce a la emoción de un momento, a una fotografía que nadie recordará dentro de unos días o meses?", señaló.
En la misma secuencia, el Papa denunció el orgullo del hombre moderno que piensa primero en sí mismo antes de servir a los demás. “Quien exalta como conquista el rechazo de cualquier vínculo estable y duradero, en realidad no da libertad”, insistió.
Condenó “al que quita el respeto al padre y a la madre, al que no quiere hijos, al que considera al otro como un objeto o una molestia, al que considera el compartir como una pérdida y la solidaridad como un empobrecimiento”. Éste, añadió, “no transmite alegría ni futuro”.
En cuanto a las familias, el Papa deseó que puedan reunirse, que “los cónyuges lo compartan todo”, que “los padres y las madres estén presentes en carne y hueso con sus hijos” y que los vigilen.
La misión de los nuevos cardenales
El Papa Francisco concluyó su homilía enviando un breve mensaje a los 21 nuevos cardenales que creó el sábado. “Estos son hermanos a quienes pedí que me ayudaran en el servicio de Pastor de la Iglesia universal. Vienen de muchas partes del mundo, trayendo sabiduría única y con muchos rostros, para contribuir al crecimiento y difusión del Reino de Dios”, explicó.
El día previo, el jefe de la Iglesia católica dio a estos cardenales una hoja de ruta a seguir para no sucumbir a "la tentación de la división". Les instó a cultivar la cercanía con Jesús, a acercarse a los más vulnerables y a “esforzarse por lo superfluo”.
Con estos 21 nuevos cardenales, 20 de los cuales tienen menos de 80 años, el Papa Francisco eleva a 140 el número de cardenales encargados de elegir al Papa en caso de cónclave.
