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En México es muy frecuente escuchar que los cristianos de buena voluntad piden a Dios por el "ánima sola" que está en el purgatorio, causando extrañeza a quienes no están familiarizados con esta idea. ¿A qué se refieren estos hermanos que piden, en sus intenciones, por esa pobre alma?
Una antigua leyenda
Entre el saber popular circula una leyenda acerca de una joven que, teniendo como tarea dar de beber a los condenados a muerte, dio agua a Dimas y a Gestas, pero a Jesús no, por miedo a los romanos, siendo condenada a sufrir por fuego y sed hasta el final de los tiempos.
Por supuesto, esta anécdota no es de ningún modo enseñanza de la Iglesia, pero causa honda impresión en las personas sencillas que llegan a conocerla, motivándolos a elevar sus plegarias para que la mujer alcance algo de consuelo en su castigo.
No hay almas solas
La enseñanza del Catecismo de la Iglesia nos indica que una persona que muere en gracia, pero con faltas ligeras, no puede ver inmediatamente a Dios, por lo que primero necesita pasar por la purificación; por eso, es una obra de caridad que los que aún peregrinamos en este mundo, oremos por las almas del purgatorio (CEC 1030).
Además, "no hay ningún alma sola", comenta para Aleteia el padre Javier Magueyal, colaborador del programa de radio La hora de la misericordia, que se transmite en la diócesis de Celaya, México.
La Iglesia es madre
"La Iglesia siempre pide, en todas las Misas, por los difuntos. Ahí entran todos. Y, obviamente, los nombramos porque es un deseo nuestro, como que eso nos da seguridad de que se aplicó la intención por aquel difunto. Pero, independientemente de que se nombre o no, la Iglesia siempre pide por todos los difuntos", insiste el sacerdote.
Agrega que, quizá lo que la gente entiende es que existen almas a las que ya nadie les hace caso, o que no tiene quien pida por ellas.
Sin embargo, para nuestro consuelo, "la Iglesia es nuestra madre y una buena madre nunca se olvida de sus hijos" concluye el sacerdote.