“No es bueno que el hombre esté solo”, se lee en el Génesis (2, 18). Santa Ángela de la Cruz sabía que vivir con otros tiene grandes ventajas y destaca cuatro de ellas, que explicó a las monjas de la congregación que fundó para ser una comunidad feliz.
En una carta que les escribió el 1 de febrero de 1923, destaca los siguientes “beneficios y méritos de vivir en comunidad”:
1Se reparte el trabajo y sus resultados
Cuando se vive en grupo, se pueden repartir tareas. Cada uno se dedica a la suya y todos se benefician del resultado final común. Santa Ángela lo expresa así:
“No pueden figurarse el deseo que siento, que todas nos aprovechemos de los beneficios que nos concede nuestro Señor a todas las almas que vivimos en comunidad, y las ganancias de los fondos que se reúnen de lo que cada una trabaja y después participan todas”.
2Se practican las virtudes
Para que haya una buena convivencia, es necesario moderar el ego. Y esto, además de ayudar al conjunto, te hace a ti mejor persona.
Cada uno, al desempeñar sus propios trabajos dentro de la comunidad necesita, dice la santa sevillana, “practicar la paciencia, en otros la humildad, la caridad en los más; resulta que entre todas no se pasa un día que no se practiquen todas las virtudes”.
3Se participa en una obra común
“La unión hace la fuerza”, dice un refrán. Cuando varias personas trabajan por un objetivo común, suelen obtener mejores resultados que si lo hace una sola.
En referencia a su comunidad, santa Ángela de la Cruz destaca “el mérito de no ser una obra independiente, sino sobrenatural y hecha por obediencia”.
4Se ayudan unos a otros
Vivir con otros supone sumar. Un día uno aporta en un sitio, y al día siguiente recibe de otro. Cuando existe una necesidad, varias manos pueden acudir a solucionarla.
La fundadora de las Hermanas de la Cruz destaca las ganancias espirituales:
“En algunos días por pereza o porque estamos destempladas o disipadas no ganamos nada personalmente; si no fuéramos religiosas sería un día perdido.
Pero nuestro Señor permite que ese día la comunidad haya estado fervorosa y haya hecho cosas muy meritorias; y como todas participamos de estas ganancias, ese día también gana la que por ella todo lo había perdido”.
Una comunidad perfecta
Sin embargo, santa Ángela de la Cruz advierte que “para que podamos participar de estos bienes, es preciso haya verdadera comunidad”.
¿Qué quiere decir con eso? “Que sea una comunidad perfecta, que tenga vida”, responde, “que los miembros estén unidos entre sí y después todos unidos a la cabeza”.
“¿Cuándo tiene vida? -continúa-. Cuando están los miembros buenos y sanos desempeñando su oficio y unidos a la cabeza”.
Para lograrlo, la religiosa propone la “caridad de comunidad”, que “es estar todas muy unidas con los lazos del amor de Dios y fraternos, como hermanas y miembros de un mismo cuerpo”.
Esto se logra, por ejemplo, “haciéndose cargo del carácter, de la manera de ser de cada una, para llevarlas con dulzura y quitándole todas las ocasiones de faltar. Teniendo en cuenta que naturalmente unas son más activas y otras más pasivas”.
La caridad de comunidad
“También es caridad de comunidad enseñar unas a otras lo que saben, para que ninguna sea sola y no se queden escondidos los fondos de la comunidad”, y que no se mire ningún oficio bajo ni alto, todos son necesarios”.
La santa advierte que “es la principal caridad de comunidad [que] no quiera ninguna ser sola y observarlo todo”.
Enseña que “cada una debe conformarse con desempeñar bien su oficio y el prestigio que este le dé, y no querer gozar del de todas las demás”.
“Todas van a una ayudándose cada una en lo que puede, sin querer ser el número uno”, añade, “gozándose todas y cada una en el trabajo que hacen las demás”.
Y concluye invitando a ayudarse mutuamente considerándolo no una carga, sino “que es felicidad que da la caridad cuando se practica con tan buena voluntad para agradar a Dios”.