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En el rito romano, la Sagrada Comunión suele distribuirse primero con pan ácimo consagrado y después con vino consagrado. Sin embargo, muy pocas parroquias de rito romano utilizan la práctica de la intinción, es decir, cuando el sacerdote sumerge la hostia consagrada en el cáliz con el vino consagrado. Esta práctica está mucho más extendida en la Iglesia Ortodoxa y entre los católicos orientales.
Estos últimos suelen denominarse uniatas. Estas Iglesias católicas orientales están en comunión con el Papa, cuya primacía reconocen, pero conservan sus ritos litúrgicos orientales, incluida la comunión con los santos dones en forma de pan leudado y vino, utilizando una cuchara.
Origen y razones de las modificaciones del rito
En la Iglesia primitiva, cada fiel recibía el pan consagrado en la mano y luego se lo llevaba a la boca, tras lo cual todos bebían del mismo cáliz.
Esta tradición aún se mantiene en Oriente durante la celebración de la liturgia del Apóstol Santiago. En las Iglesias orientales solo se practica unas pocas veces al año.
El uso de la cuchara eucarística en Oriente fue mencionado por primera vez en el siglo V por el célebre historiador Sozomen.
Al principio, este rito se practicaba a escala local (en algunas iglesias, en las provincias, en las metrópolis).
Los santos dones, la sangre y el cuerpo de Cristo en forma de vino y pan, se mezclan en un cáliz y se distribuyen a los fieles con una cuchara.
Algunos historiadores creen que este cambio se puso en marcha para facilitar la distribución de la comunión al creciente número de comunidades.
Con el tiempo, las comunidades cristianas empezaron a multiplicarse. Perseguidos hasta entonces, a principios del siglo IV los cristianos ocupaban una posición dominante en el Imperio Romano gracias al apoyo del emperador Constantino.
Pero la hipótesis más plausible para la instauración de este rito la propuso el padre Robert Taft, jesuita y eminente liturgista estadounidense.
Este profesor del Pontificio Instituto Oriental de Roma suponía que el clero había modificado el rito de distribución de la comunión por temor a que las migas del pan bendito o las gotas de vino consagrado cayeran al suelo.
Un cambio por cuestiones de higiene
San Anastasio el Sinaita, monje del monte Sinaí que vivió en el siglo VII, describe en una de sus obras, Narrationes utiles animae, el uso de la cuchara eucarística en una comunidad no lejos de Damasco.
El uso litúrgico de la cuchara en Bizancio también se menciona en el Canon Diez del Concilio de Constantinopla de 861, que amenaza con castigar a quien profane los objetos litúrgicos o los mantos del altar, incluida "la cuchara". A partir de mediados del siglo XI, este rito se generalizó en casi todas las Iglesias orientales.
Cabe señalar que en el tiempo de la crisis sanitaria, muchas Iglesias orientales optaron por cucharas de madera desechables, que luego se queman por haber tocado los dones sagrados.
En otras Iglesias, la cuchara se desinfecta después de cada fiel.