¿Qué ocurrió realmente la noche del 19 al 20 de octubre de 1984? Las circunstancias que rodearon la muerte del padre Jerzy Popiełuszko, cuyo cadáver fue encontrado en el Vístula pocos días después, siguen siendo un enigma.
La detención y condena de tres oficiales de la época nunca ha permitido rastrear toda la cadena de responsabilidades hasta su origen. Tanto más cuanto que algunos documentos del Ministerio del Interior fueron destruidos por agentes del régimen cuando éste cayó en 1989.
Una conferencia celebrada recientemente en la Universidad Gregoriana de Roma, que reunió a varios especialistas en la época, arroja nueva luz sobre la persecución de la Iglesia católica en Polonia en aquel momento. Y, en particular, el destino del padre Jerzy Popiełuszko.
26 "Misas por la patria"
Inspirado por el coraje de Juan Pablo II y del cardenal Wyszynski, entre 1982 y 1984, el padre Popiełuszko pronunció poderosas homilías en sus 26 "Misas por la Patria" celebradas en Varsovia, en la parroquia de San Estanislao Kostka, de la que era vicario.
Estas celebraciones daban a los participantes "dos horas de libertad", según la historiadora Ewa Czaczkowska, que señala que "muchos testimonios muestran que estas oraciones proporcionaban una verdadera cura espiritual contra el miedo, el odio contra las autoridades o el deseo de venganza".
Al romper las cadenas del odio, el sacerdote mártir, que nunca atacó a nadie sino que extrajo sus reflexiones de la verdad del Evangelio, reveló a Polonia y al mundo la fragilidad de este régimen, alentando una resistencia que desembocaría cinco años más tarde en la caída del comunismo.
Beatificado en 2010, Jerzy Popiełuszko no fue el único sacerdote asesinado en Polonia durante la agonía del régimen comunista. En total, diez sacerdotes fueron asesinados entre 1976 y 1989. El historiador Jakub Gołębiowski, del Instituto para la Memoria Nacional, relata que a lo largo de los años, "los comunistas idearon tácticas nuevas y cada vez más sofisticadas para combatir a la Iglesia. [Cada sacerdote, desde el momento en que entraba en el seminario hasta su muerte, era tratado como un enemigo del sistema comunista y un agente de un Estado extranjero, el Vaticano". Dentro del Ministerio del Interior, el "Departamento 4" se dedicaba a vigilar a la Iglesia Católica.
1984, el año de Orwell
El politólogo Andrzej Grajewski ve una coincidencia entre el año de la muerte del padre Popiełuszko, 1984, y el año elegido por George Orwell para el título de su novela distópica homónima que denuncia una sociedad de vigilancia totalitaria. Andrzej Grajewski observa muchas similitudes entre el mundo totalitario descrito por el escritor británico y la realidad de la Polonia comunista.
En los años ochenta, tras la declaración del "estado de guerra" por parte del general Jaruzelski, el país vio partir a un millón de sus nacionales, muchos de ellos de entre su savia. Los servicios de seguridad reforzaron un sistema de vigilancia digno del "Gran Hermano" de Orwell, con miles de agentes encargados de vigilar a la población, vinculados a miles de informadores repartidos por todos los sectores de la vida económica y social, e incluso en las parroquias.
Pero a diferencia del relato distópico de Orwell, la Iglesia católica ofrecía entonces "un espacio de libertad que las autoridades nunca podrían controlar", lo que enfurecía al régimen. Las Misas por la patria celebradas por el padre Popiełuszko fueron calificadas en su momento de "sesiones de odio" por el portavoz del gobierno: un sorprendente paralelismo con los "dos minutos de odio" descritos en la novela de Orwell para suscitar emociones negativas y hacer a la población manipulable por la propaganda.
En diciembre de 1983, el padre Popiełuszko fue detenido. En un burdo montaje, se descubrieron en su piso personal armas y explosivos, colocados naturalmente por agentes del régimen. La intervención del Secretario General del Episcopado condujo inicialmente a su liberación. Pero pronto se pusieron en marcha diversas formas de acoso y provocación. Esto culminó en un intento de provocar un "accidente de coche" el 13 de octubre de 1984, seguido de su secuestro y ejecución seis días después.
Masiva resistencia no violenta en el funeral
La ola de emociones y manifestaciones anticipada por los arquitectos de este complot pretendía justificar una nueva ronda de endurecimiento autoritario, como parte del ajuste de cuentas interno del régimen.
Andrzej Grajewski ve en esta secuencia "un verdadero escenario orwelliano de ingeniería social, que utiliza las emociones para llevar a cabo un juego político a sangre fría". En realidad, sin embargo, el funeral del sacerdote se desarrolló en condiciones de gran dignidad y calma, reavivando la masiva resistencia no violenta al régimen. "El Gran Hermano perdió y el sistema totalitario empezó a desintegrarse", analiza Andrzej Grajewski 40 años después.
Hoy, los peregrinos de todo el mundo que acuden a presentar sus respetos a la tumba del padre Popiełuszko en Varsovia sacan fuerzas de flaqueza de su resistencia a los abusos de todo tipo, ya procedan de regímenes autoritarios o de democracias en las que la libertad religiosa y la libertad de conciencia se ven socavadas por diversas formas de condicionamiento "orwelliano".
Resistir a las garras de las ideologías y del lenguaje distorsionado y vivir nuestra fe como un acto de búsqueda perpetua de la verdad y la libertad siguen siendo retos esenciales para los cristianos de hoy.