Madrid acogió, este jueves 26 de septiembre, un emotivo homenaje a los sacerdotes y médicos españoles Miguel Pajares y Manuel García Viejo.
Estos dos hermanos de San Juan de Dios dieron la vida hace justo diez años en la epidemia de ébola que mató a más de 11 mil 300 personas en África Occidental.
A pesar del peligro, atendieron a los enfermos de este virus mortífero hasta contagiarse.
Con impactantes medidas sanitarias de seguridad, fueron trasladados a España en avión, en un intento fallido de curarles.
Memoria agradecida
El acto de este jueves 26 de septiembre de 2024, en el Centro Universitario de Ciencias de la Salud San Rafael de Madrid, estuvo lleno de reconocimiento y gratitud.
En él se presentaron dos libros sobre cada uno de ellos: Hno. Miguel Pajares Martín. Testigo de Hospitalidad, de Valentín Riesco Álvarez, y Hno. Manuel García Viejo. Misionero universal, de Fernando Rivilla Parra.
El Hermano Valentín Riesco, que le conocía desde que los dos eran jóvenes estudiantes, resumió la vida de Miguel Pajares, llena de entrega y amor.
Y empezó y acabó su intervención con un proverbio africano sobre la discreción, que el mismo Miguel le enseñó: "Donde cocina Dios, no sale humo".
“Dios actúa en la debilidad, en los sufrimientos de sus criaturas y de ahí va transformando la realidad, lo único que es un proceso muy lento”, reflexionó.
También recordó la importancia que el Hermano Miguel daba a la atención espiritual de los pacientes, fuera cual fuera su religión. “Lo que es seguro, dada mi dimensión de sacerdote, es que cuidaré la dimensión pastoral del hospital”, dijo en una ocasión.
Por su parte, Rivilla destacó la incansable y alegre entrega de Manuel García Viejo y su impacto en quienes le conocieron.
“Gran médico, era amigable, sensato, humilde, generoso, no le costaba descender para que otros ascendiesen”, recordó, y “sentía el deber de promocionar la humanidad en la sanidad”.
El Hermano Manuel reconoció en una entrevista que en África le costó “ver la muerte como algo normal y corriente”. Pero aseguró que el contacto con su gente sencilla, pobre, le hizo sentirse útil y comprender “la cantidad de necesidades inútiles que nos creamos”.
“Nos damos cuenta de que hemos recibido de ellos mucho más de lo que hemos dado”, aseguró convencido.
El acto de reconocimiento también incluyó un bello recital de piano y la proyección del documental Mártires de la hospitalidad, con imágenes de los dos misioneros y testimonios de personas que les conocieron.
El superior provincial de la Orden Hospitalaria, Amador Fernández, destacó la voluntad de mantener viva la memoria agradecida de todas las víctimas de la epidemia y especialmente de Miguel Pajares y Manuel García Viejo, “de su dolor, su generosidad, su entrega”.